Friday, November 09, 2007

Incompleto, como larva

- Yo quise dejar de ser hombre para ser persona.
- ¿Y cuál es la diferencia entre el hombre y la persona?
- ¿Y cuál es la diferencia entre las larvas y las mariposas?
- No sé si lo entiendo. ¿Dice usted que quiere ser mariposa?
- Estaba hablando metafóricamente.
- Sonó bastante literal para mí. Lucio, patéale las bolas.

Lucio era enorme. Tonto como un pollo pero fuerte como un rinoceronte. Su nariz parecía un volkswagen y sus brazos dos palas mecánicas.

- Le ruego que se ponga de pie – dijo Lucio.

Lo observé desde mi silla.

- Más vale que lo escuche, Erre. Lucio es un poco impaciente.

Me puse de pie, frente a Lucio. Le llegaba a la tetilla. Olía como a carne molida.

- Me disculpa el señor -. Lucio se alejó medio paso y me reventó las pelotas con la pierna derecha.

Caí de costado. Lucio me levantó y me colocó sobre la silla. El dolor llegaba hasta mi cuello, me ardía el culo y las bolas ardían como si las estuvieran marcando para ganado. No podía hablar.

- Gracias Lucio – dijo el jefe. Se puso de pie y caminó hacia mí. Puso sus feos ojos sobre los míos. Su respiración mocosa era nauseabunda. – Mi posición me permite decirte que estás en problemas, Erre. La cagaste todita y ahora no queda otra que dejarte como puré.
- Me revientan las bolas señor. ¿Puedo ir a un hospital?
- ¡No hay hospitales en kilómetros a la redonda!
- ¿Pomadita?

Lo bueno de perder la esperanza es que se pierde también el miedo. El jefe me cogió de los pelos, bajó mi cabeza y me encajó un rodillazo. Literalmente sentí que mi nariz estaba partida en dos; incluso, si miraba un poco para abajo, podía ver algo de hueso sobresaliendo con un líquido aceitoso que me sabía raro.

- Usted no es persona, Erre. Usted no es hombre, ni siquiera humano. Usted no es más que un gusano aplastado en la carretera.

Volta



Mi cuerpo
En Mar y Sal

Y tu cuerpo
En Agua Dulce
Predilecto de los Dioses

Se rechazan.

Se repelen azules como marcha fúnebre
Como primavera congelada frente a ojos en penumbra

Como vueltas en U sin distancia
Sin objeto ni cálculo,
Sin más angustia que dos o tres abismos
guardados en la superficie
atolondrados en sonrisa de perro
en resguardo de adioses sin fama, sin vuelcos, sin asteriscos.

Monday, July 16, 2007

Las cuatro chicas y el tipo encantador

Ellas no se habían dado cuenta de que me la estaba pegando. Es que, si les digo la verdad, locales, como ya expliqué alguna vez, si la sustancia es de calidad óptima nunca aparecerá una mueca en tu boca ni un signo de brutal apariencia coquera como el continuo snif snif que sale por inercia. Cuando el equilibrio entre trago y clorhidrato es el adecuado uno se convierte en el súper sayayín del floro, en el caballero dorado del intelecto punzante, en el Platón más heterosexual de nuestros tiempos, en el portador del anillo más interesante de todos los portadores del anillo que hayan existido (3). Ellas eran cuatro. Yo estaba de pie en las gradas del Oso, el bar ése que no visito desde hace tiempo. Estaba de pie en las gradas abrazando una columna. Ellas cuatro estaban al frente mío… y mierda que parecía un profe bien churro dando a sus alumnas la mejor lección de sus vidas. Que las batallas campales en Ruanda tal cosa, que la intrincada consistencia de tal otra cosa, que qué linda te ves hoy día con tus labios rojitos, que qué bonitas tus sandalias, tus bikinis de los pies, qué lindos tus deditos y tu cuerpito. Y todo un cartucho inacabable de incoherencias entremezcladas pero tan bien dichas que ellas no podían ocultar su desmesurada apertura de ojos, su boca entreabierta y sonriente, sus orejitas paradas esperando más más más. ¿Quieren más? Querían más. No sé cómo terminé recitando la primera cuarta parte del rey león, empezando con la canción “el ciclo sin fin”, pasando por zazú diciendo “¿nunca te dijo tu madre que no jugaras con tu comida?” y creo que acabó en “yo quisiera ya ser un rey”… dios mío, la había visto tantas veces. De las cuatro conocía a una; su nombre empezaba con D y era (y seguro sigue siendo) de los más linda e inteligente. Terminé la perorata y empezaron sus risas; sus sonrisas amables; sus sonrisas de “quién es este patín, que de dónde ha salido, que tiene un no sé qué”. Lástima señoritas,,, en la realidad soy más áspero que eso, más tenebroso que eso y bastantísimo más aburrido que eso. Yo sólo quería escuchar algo, me moría de ganas de escucharlo, no me importaba más que escucharlo para luego irme al baño y desaparecer entre más barullo, gente y demás. Y lo escuché. “Oh, así con tu sacón y tu camisita cuadrada y todas las cosas que has dicho, puedo decir que eres un hombre encantador”. (Excelente: dijo “sacón” y no “saco largo”… dijo “camisita” y no “camisa”… dijo HOMBRE y no “chico”… y dijo lo que estaba esperando: “encantador”). Gracias flaca, punto final, permiso, voy al baño. Esa noche terminé bailando con D una canción de The Cure en una disco que luego me enteré era de esas tipo las que cerró el alcalde de Miraflores. La acompañé a su casa, y yo creo que ya se había dado cuenta que me la había estado pegando… pero ella es y ha sido tan linda, que no me dijo nada más que palabras amables y no me dio otra cosa más que sus manitos para seguir bailando. Gracias chochera, donde quiera que estés.

Monday, July 09, 2007

De espaldas al Arco

¿Lo has visto? Sí.
Yo también lo he visto. Jamás vistió de rojo aunque sus guantes siempre tuvieron hueco. Un derrota tras otra, comunicaciones, último, perder por penales, qué abusivo. Aunque no, los penales los ganaron en la semifinal y él la cagó en la final (se dice que fue error compartido con la defensa pero la verdad que hasta él mismo cree que la cagó enterita).
Tuvo un buen campeonato de fútbol… nadie creía que esos periodistas fumones (la medular era de periodismo, no me jodan los publicistas que también aportaron su parte… menos el lateral derecho que no se llevaba ni a su hermana a comer), mejor que los de futsal en donde esos cabrones de marketing siempre nos ganaban (pero siempre recibieron taba; oh dulce y siniestra taba; oh qué rico se sentía cuando se paraban atormentados por el dolor en la pantorrilla para tratar de increparte… oh, qué rico era porque te miraban a la cara pero uno pues pesa unos 20 kilos más que ellos así que no decían más nada). ¿Tarjeta amarilla par a mí? ¿Por qué profe? “Ya arquero, que la amarilla es poco”. Gracias profe. Yo sé que a usted también le llegaban al pincho los de marketing… todos ricos con su uniforme celeste y todos parte de la selección de futsal de la universidad. Pero no se escaparon cabrones, en la seminifinal de fútbol, ahí se ven los hombres, no en el fútsal donde por barrerte te cobran foul. No no, en el fútbol es la cosa… deifinición por penales, ahí se hacen los arqueros carajo. Tres penales tapados, TRES, y uno de esos cabrones le quiso hacer un globito. Erre no hizo más que quedarse parado, coger la pelota y decirle al que pateó “¿Así juegas reconchadetumadre?”. Obvio no respondió, piltrafa de mierda. Luego bien picones decían que comunicaciones no es carrera, que los penales no dicen nada del partido. Ahí sí te quejas cabrón, ahí sí te quejas porque pensaste que facilito te la llevabas porque hasta el pinche jefe de deportes de la universidad les absorbía el escroto todos los días en los entrenamientos. Pero los hombres se ven en la cancha, doctor. Y ese era el partido, ESE era el día y la verdad que todos estábamos como locos, parecía que nos habían dado tres gramos de coca a cada uno… todos con cara de matones, todos metiendo taba, todos metidos en el partido. Ni un puto chancay daban por nosotros. Pero les ganamos carajo, y todavía recuerdo la montaña de cojudos encima mío, gritando como locos cuando ganamos y les gritamos en su cara “por penales a su casa”. Dicen que es antideportivo insultar, jódanse; dicen que es antideportivo moler a patadas al pata que siempre has querido moler a patadas, jódanse (el jugar pelota te da la facultad física de golpear a alguien sin parecer un buscapleitos); dicen que es antideportivo salir a cortar centros levantando la rodilla con la esperanza de golpear costillas, pues qué pena, si no quieres golpe pues aléjate del arco; dicen que es antideportivo, en otro corner, decirle bajito al delantero que te vas a comer a su hermana y a su mamá juntas: si te molesta pégame y te sacarán roja, si quieres bronca, inténtalo, si quieres simplemente no escuchar nada y decir “ay, qué vulgar”, pues dilo y te caerá lapo, perra (“ay profe, me está empujando”… MARICA). Porque el fulbito de verdad es para hombres (no se me crispen, nenas). Y luego uno mete mucha taba y te dicen “ay, tranquilo que no es el mundial”. Pues es MI mundial, cabrón; en mi puta final de champions league y la juego como si fuera el último partido de mi vida así estemos jugando en la pista; que pena por ti que no te lo tomas en serio y pretendes hacer guachitas… qué pena si quieres ponerte lujosito porque aquí no te aguanto ni un pedo. He visto broncas, he visto cómo ha entrado la tombería a la losa municipal de Punta Negra porque la turba quería moler a palos al árbitro, he visto a gente de mi equipo pegarle al árbitro, le he gritado al churre Hinostroza “Ahora sí te voy reventar el culo cagón con-cha-tu-ma-dre” (el me pateó a mí, y bien duro, pero nunca me hizo gol, así quedó) y me ha pisado la pierna una promesa del fútbol peruano que se embriagó mucho y nunca fue lo que pudo ser (no diré su nombre por respeto, pero fue goleador de su equipo jugando por el Lawn Tennis el 98). He visto cómo uno de mi equipo, en un tiro libre, le metió el dedo hasta el fondo de su mismo ano a uno del equipo rival. Gran táctica. ¿Qué vas a hacer si te meten el dedo al culo? ¿Vas a ir donde el árbitro para decirle “Profe, me metieron el dedo al poto”? Nadie se atrevería a hacerlo, nadie jamás se sinceraría con ese tema. Así que no te queda más que aguantar y quedarte callado y la verdad que debe doler un dedo entero en el culo… ay dios.
Ahora que no tengo hombro todo he cambiado: obligatoriamente alejado de las canchas, obligatoriamente sentado sin poder decir “¿Hay pichanga hoy?” Una lástima, ya nunca podré jugar en la U.
¿Los has visto? Sí.
Yo también lo he visto.

Monday, July 02, 2007

Los hongos de K

K me gustaba. Realmente me gustaba. Desde el principio me gustaba. Se paseaba con su chupete rojo y siempre tenía los labios rojos. Tenía pelo negro lacio largo y un día fue a la universidad con un short rosado que ni te cuento. Cometí la grandiosa estupidez de terminar con la enana para intentar acercarme a K. Craso error… K era bien tela: no decía mucho y la verdad que sus amigas eran todas una caja vacía. Pero bueno, el caso no es este (la enana, gracias a Alá, volvió y a K la olvidé de a de veraz). K entra a la historia porque es excusa perfecta para hablar de hongos. Sí, de hongos. No los que te salen en los pies pestilentes ni en la entrepierna cuando sudas mucho en verano. Hablo de honguitos tipo casa de los pitufos: hablo de hongos alucinógenos. Honguitos felices que tras su apariencia blanquita esconden agentes psicodélicos tales como la psilocibina, pscilocibina o muscinol (cfr: wikipedia). Lindos los honguitos, el gran problema (sobre todo para las mujercillas delicadas que no pueden limpiarse el culo con hojas de plátano en los campamentos) es que la forma más fácil de conseguirlos es andar por las campiñas buscando caca de vaca. En la caca de vaca estos honguitos crecen como por arte de magia élfica. Ahí están… mira cualquier caca de vaca y verás honguitos. ¡Oh! Secreto a voces: hay droga en la caca de vaca. Claro que si estás en tu casa y no hay vacas puedes conseguirlos con amigos. Intenta lo que quieras, y si vas a meter la mano en caca, lávatelas antes de comer.
El caso es que un día K me llama y me dice para ir al Parque de las Leyendas. K es graciosa cuando quiere (no la veo hace digamos unos cuatro años). Y K me dice también que es la oportunidad perfecta para comer honguitos. Ulalá… Parque de las Leyendas, K, tronchos y honguitos: combinación que en ese momento me pareció más dulce que un tres leches con bola de helado encima. Recoger a K fue hermoso, porque ella estaba hermosa. Tenía un polito rosado pegadito y no parecía llevar sostén (adoro cuando no llevas sostén, K); abajo andaba con un pantalón tipo licra un poco más debajo de las rodillas; en los pies, sandalias, mamacita, sandalias como bikinis en los pies. Y coronaba esa tortita lista para engullirse de dos bocados con un gorrito lindo. Ay mamá, esperar tanto tal vez haya valido la pena. K me dice que hay que buscar a una parejita que tiene los huiros y los hongos. Vamos pues. Los hongos saben a nada. Los comimos con pizzitas que venden cerca, en una bodega. Saben como a chifle sin sal.
De camino al parque siento que mis manos tienen veinte dedos. La gente en el taxi dice que no pasa nada. Entrando al Parque siento que tengo cuatro ojos, pero lo siento chévere. Ellos dicen que no sienten nada. Al pasar por una gruta llena de flores rojas (de esas que chupan los colibríes) siento que cada flor es vida y siento ganas enormes de frotarme calato contra las plantas. Pacha Mama de mi vida, ¿cómo es que no había sentido esto antes? Ellos siguen diciendo que no sienten nada, monses.
Comer hongos no es una experiencia religiosa ni mucho menos un elemento para tener visiones tipo elefantes hindúes o ver fantasmas corriendo por los árboles. Comer hongos es abrir los sentidos a la naturaleza. Cada poco de tierra, cada poco de hierba, cada brisa que suelta el planeta es la cosa más trascendental y hermosa que a uno le puede pasar en un estado tan inconcebible como ése. K dejó de importarme un poco, también sus quejas sobre el calor y sobre lo poco que ponen los hongos. ¿Poco? A juzgar por las caras de mongolazos de mis tres acompañantes, yo parecía ser el único fascinado por las maravillas de la naturaleza… cogía las hojas y me las frotaba por la cara… era hermoso… sentía una energía nunca antes conocida, sentía que mis poros se llenaban de vida natural… nada como eso. A los animales los miraba largo rato sin chistar. “Siento pena por ti hermano” sentía que les decía con la mente y sentía que ellos me respondían. Precioso. Al final la parejita se perdió. A mí me bajó todo y me dio hambre. K me miraba sentada en la sombra. La regresé a su casa y la despedí en la puerta. No me arrepentí de no haberla besado, lo que sí me arrepentí es de no haberles robado los honguitos a los tres e irme yo sólo al Parque. Eso sí hubiera estado de pelos.

Monday, June 25, 2007

Momento Cultural 1

Primero: Aníbal Barca sitió Roma durante unos siete años. Este cartaginés reconchesumadre osó desafiar al imperio más poderoso de ese tiempo (y de cuya cultura somos hijos bastardos) y estuvo a punto, a un ápice, a un pelo, de derrotarlos. Claro que la culpa de la derrota final y de la desaparición casi absoluta del pueblo Cartaginés (objeto de mi temporal obsesión) la tuvieron como siempre, los malditos burócratas (llámese el “consejo” que decidía si enviar o no más tropas al país de la bota para apoyar al general bárcida). En su afán de no otorgarle todo el reconocimiento que Aníbal se merecía; en su afán de seguir siendo los dueños y señores de Cártago, decidieron retener los envíos de tropas a Italia y dejaron a Aníbal (ya tuerto) en un casi abandono a puertas de reventar Roma en mil pedazos.

Segundo: Cártago es ahora una pequeña ciudad de lo que ahora es Túnez (en la punta norte de Africa, entre lo que ahora es Algeria y Lybia; más a la derecha está Egipto, busquen en el google pe). Al noroeste está todo lo que es España (la antigua Iberia) y al este, muy cerca, estaba Italia. Los cartaginenses fueron grandes navegantes, se habla incluso que llegaron a nuestras costas unos 200 o 300 años antes de Cristo (en los libros que he leído se cuenta que Aníbal Barca fue engendrado sobre una extraña piel llamada “llama” (en español: los papás de Aníbal follaron sobre piel de llama). Para invadir Roma entera (hablo del centro del Imperio), a Aníbal le hubiera bastado cruzar el tramo del mar mediterráneo que los separaba de Sicilia, la punta de la bota. Pero los romanos no eran cojudos, y tampoco Aníbal. Aníbal sabía que los romanos sabían que manteniendo una oronda flota en el mediterráneo impedirían el paso de los cartaginenses por mar. ¿Y por tierra? ¿Cómo iban a llegar por tierra esos apestosos púnicos? ¿Iban a cruzar toda Iberia, Francia, los Alpes para ingresar a Roma por el norte? Imposible. Pues fíjate que sí, romano maricón. Aníbal la hizo.

Tercero: No era cojudo, y como gran estratega preparó una de las mejores tácticas militares de todos los tiempos. Aníbal y un grueso ejército de 50 mil hombres (entre los que se contaban jinetes númidas, libios, helenos, macedonios y diversas razas paganas que se les fueron uniendo en el camino – llámeseles celtas, galos, íberos y demás) hicieron lo inesperado. El cabrón este entró por Iberia (ahora España), que era propiedad de Roma y que el padre de Aníbal, Amílcar, se encargó de conquistar), entró a Francia, reventó a tribus que más tarde se le unieron y, ¿saben qué mierda hizo? Cruzó los Alpes. ¿Y saben con qué? ¡Con elefantes! Aparte de los caballos, los cartaginenses guerreaban a lomos de paquidermos colosales traídos de las sabanas africanas. Imaginen la cara de imbéciles de los romanos al ver que por la corona de los cerros aparecía un ejército liderado por animales que hacían tronar el piso con sus patas. Yo pondría cara de imbécil, no sé ustedes. Ahí comienza la Segunda Guerra Púnica. Como conté antes, Aníbal no paró hasta llegar a las puertas de la misma Roma. Pero necesitaba refuerzos, el largo camino hasta llegar a Italia de meses y meses había bajado enormemente la cantidad de soldados. Aparte, teniendo en cuenta la fiereza de los cartaginenses en la batalla y las espectaculares maniobras de Aníbal en cuestión de estrategia militar (dicen que con 30 mil hombres logró derrotar a un ejército romano de 80 mil), estos romanos que lo último que eran era huevones, en vez de atacar a Aníbal empezaron a mellar fuerzas en las zonas conquistadas de Iberia y Africa. Aníbal, lejos y negado a recibir refuerzos, tuvo que volver a pelear en las zonas que sus compatriotas (bastante inútiles por cierto) no supieron mantener.

Cuarto: Aníbal se suicidó antes que lo agarren.

Quinto: Esto es sólo la ciento veinteava parte de la historia. Una cosita: Barcelona se llama así por Aníbal Barca.

Sexto: Aníbal Barca fue de puta madre.

Séptimo: ¿Qué hubiera pasado si Cártago lograba conquistar Roma? Les aseguro que nuestra vida no sería la misma; la civilización hubiera tomado otro camino, no sé si más cruel o más bonito; pero estoy más que seguro que si Cártago hubiera dominado Roma y el mundo, en vez de llamarme Erre me llamaría Asdrúbal, Antígono o Hannón. Eso es ciencia exacta.

Thursday, June 21, 2007

Tiro Penal (o "no me pegues, Arnie")

Dedicado a L, la amiga de los ents, por hacerme recordar esto.

La historia comienza en una reunión de redacción de una revista de espectáculos. Trabajar en ese tipo de prensa es una injuria para a quien poco le importan los escándalos en la tele: jamás me interesó el cholito sotil andando de la mano con un marica o lo que piensa Andrea Montenegro (ay mamá, qué rica que está) sobre las nuevas tendencias de la moda. Pero bueno, chamba es trabajo y viceversa. No queda otra. En las reuniones se repartían los temas y la agenda de la semana, la revista en ese entonces acababa de salir y era todo un récord de venta (el primer número se agotó el mismo día que a salió a las tres de la tarde). Ya se imaginarán a qué revista me refiero. Me da un poco de vergüenza nombrarla, pero sólo les diré que la dueña es dientona y tiene el pelo rojo (y a veces anaranjado). Volvamos a la reunión. Al hablar de la ex miss Perú Marina Mora se pasó a hablar de su ex enamorado Arnie Hussid. Al israelí lo encerraron por enviar droga por correspondencia (me pregunto si tan sólo abrieron el sobre o si un pastor alemán adicto la olió en una). Eso no me incumbe pero a los editores sí. “Que alguien vaya al penal a visitarlo y entrevistarlo, que cuente cómo le está yendo, cómo es vivir en la cárcel”. ¿Al penal de Lurigancho? JA “¿Y quién será el pobre iluso al que mandarán a ese infierno?” pensé yo, inteligentemente. Todos me miraron. Claro pues, miren al más alto y más “fornido” de todos… claro, manden al que tiene pinta de terruco cuando no se corta el pelo y no se afeita. Claro, mírenme a mí, cabrones. A mí me toca.
¿Y cómo hago?
Di que eres su pata.
¿Y luego?
Ya tú ve.
Si en esos tiempos no hubiera sido tan pero tan huevón, le hubiera roto la cara al editor o le hubiera dicho “a ver anda tú pues”. Pero bueno, acatar, obedecer, oler pedos para ser alguien en la vida (luego aprendí que eso no es tan necesario).
Los días de visita en el penal de “máxima seguridad” de Lurigancho son los sábados. Salí temprano sin saber qué mierda hacer. Ahora entiendo lo que sintió Frodo al ver de lejos la oscuridad de Mordor, pero puta madre, él iba a salvar a la humanidad a pesar que luego el cabrón se quiso quedar con el anillo; yo simplemente recibía órdenes… no había participado en ningún concilio en Rivendel ni me había acompañado el rey de Gondor en mi periplo. Simplemente estaba ahí parado en medio de ese terral, con una muralla grande en frente y detrás, como picos tenebrosos, se alzaban pabellones con ventanas enrejadas. Sentía el olor de la muerte blandir sus armas más oxidadas en ese lugar; sentía que esa fortaleza regurgitaba el hedor de la maldad, de la desesperanza, del miedo. Lo sentía, y yo tenía que entrar ahí, puta madre.
Primer problema: En el camino para llegar a la Black Gate, hay muchos quiosquitos que venden huevadas para los “internos” (comida, enceres de limpieza, cigarros, etc.) Un orco, perdón, un tombo vigila esa parte. El tombo me mira y de arranque me dice “Usted no puede entrar con ese pantalón”. Mi pantalón era negro, y era de buzo. Puta madre, cómo que no. Así es, no sé cómo será ahora o si ese conchán quería joder la paciencia, pero no se podía. En los quiosquitos (oh, esto sólo pasa en este país), alquilaban pantalones a tres soles (azules, corduroy, horribles). Una aclaración: mido 187 centímetros y peso cerca de 100 kilos. ¿Cómo encuentro un pantalón 36 lo suficientemente largo? “36 no hay casero, tengo 34”. La puta que los ha parido a todos, con un demonio. “¿Y dónde me cambio?” “Aquí en el terrenito”. El terrenito estaba lleno de caca, igual no sé cómo pero entré en el 34, aspirando muy muy duro, como si fuera mi último respiro de vida, para que me cierre el pantalón. Me cerró (dolor dolor dolor). Listo. Ahora comprar comida para el “interno”. Olía rico; le compré pollito con papas, gaseosa, fruta y demás cosas para sobonearlo y tratar de explicarle que era un periodista que trabajaba para la conductora de televisión que él más odia. Qué linda situación, carajo. Una cola enorme, gigantesca. Caleteé mi cuaderno de apuntes entre el pollito con papas y la gaseosa. Para entrar hay que bajarle billete al policía de la puerta; luego, al policía que vigila la entrada a los pabellones; luego, al policía que vigila el pabellón en sí y así sucesivamente. No crean, si nunca han ido a visitar a alguien a un penal peruano, que es como en las pelas gringas que está el vidrio al medio y que por un telefonito hablan todo lindo. NADA. Al entrar a la zona de los pabellones, estás totalmente solo; total y completamente abandonado en el patio de reclusos, nadie te guía, nadie te dice a dónde ir, sólo te dicen “tal pabellón” y nada más. Y ahí estoy yo, con mi bolsa de pollito con papas, con mi cara de “quiero a mi mamá y su leche tibia con cocoa” y a unos siete reclusos con cara de “te violo si me miras” acercándose a mí repentinamente. Ya me habían avisado antes, hay que conseguirse a un pata que te guíe, le bajas un billete y él te escolta a la puerta del pabellón al que quieras ir. Hay un chato con pinta de Marca del Jockey Plaza, me dice que por quince “míseras moneditas” me lleva tranquilo a donde yo quiera. Atraco. Me dice que a quien busco, le digo, se ríe y me guía. Me deja en la puerta del pabellón y desaparece. Gracias choche. En la puerta del pabellón (que mide como seis pisos) hay otro tombo y un patita sentado con un cuaderno. Me pregunta a quién busco, le digo, apunta mi nombre y mi parentesco: “amigo”. Le bajo plata, al tombo también. “Tercer piso, celda X”. Ah ya, o sea que tengo que subir sólo. ¿Ya dije “puta madre” antes? ¿Sí? Entonces cambiaré: CONCHESUMADRE. Subir solo, tres pisos. En las escaleras hay pasteleros de todo tipo (¿no que es de “máxima seguridad”?), a lo lejos escucho cánticos evangelistas, subiendo me ofrecen de la buena y me siguen preguntando a quién busco. Llego: celda X, tercer piso. Está abierta. Entro. Imaginaba una celda calata, pero la verdad que no parece tan tan incómoda. Una tele, estantes, cama, ventilador, baño aparte. Hay tres patas sentados a mi derecha. Me observan. ¿Y Arnie? Arnie acaba de salir de la ducha, sale en toalla con el torso desnudo (hace ejercicios el cabrón este). Sonríe.
- Hola, qué tal – me dice.
Me siento ciertamente tranquilo, está sonriendo, parece feliz que alguien lo visite.
- Pasa y siéntate -. Paso y cierra la puerta (se me encoje el culo).
Su cara cambia.
- ¿Qué quieres?
- Mira, te traje esto.
- Gracias. ¿Qué quieres?
¿Han visto al Chavo tratando de explicar alguna travesura agarrando su tirante y diciendo “pus.. pus… pus…”? Pues así me sentía yo. Le expliqué, amablemente, que lo venía a visitar para que me cuente cómo le estaba yendo, que qué tal la cárcel, que si es bonito… Estúpido, ¿Cómo va a ser bonito?
- De dónde eres.
Tengo que decirle, se lo digo. Mamá, el Arnie miró a sus tres patas (no parecían muy pacíficos, posiblemente al menos uno de los tres había probado sangre humana), sus tres patas lo miraron a él. Arnie suspira, me mira a los ojos, yo trato de no quitarle la vista de encima para no parecer marica.
- Safa compadre, safa ahorita. No vaya a pasar algo – me dice.
Coño… me pongo de pie y le digo gracias. Arnie me abre. “Ya compadre, sales, huyes, recoges tu DNI (que lo retienen mientras estás adentro), tomas un taxi, llamas a tu jefe, lo mandas a la mierda y nunca más regresas”. Ese era el plan. ERA. Arnie sale conmigo y hace algo inesperado: llama a un policía.
- Jefe, jefe, aquí este individuo dice que es mi amigo pero yo no lo conozco. Es P-E-R-I-O-D-I-S-T-A.
El policía calvo medio gordo me mira con ojos de drácula cuando escucha la palabra “periodista”. Demonios, ¿por qué nos odian tanto? ¿Será que podré contar la cantidad de monedas que hay que bajarle a los policías para entrar? (lo hice, eso sí hice).
- Venga conmigo – me dice el tombo (más tombos, maldita sea).
- Chau Arnie, gracias – le digo. El sonríe, triunfante.
Lo sigo y me llevan a un cuarto con, oh sorpresa, una mesa, una máquina de escribir, un mapa del Perú y un estante lleno de DNIs. Hay un, imagino, capitán sentado que me recibe con mirada muerta. Le dicen que soy PERIODISTA y me mira feo, de nuevo.
- Señor, ¿sabía usted que es ilegal ingresar al penal de la forma como usted lo ha hecho?
- Sí jefe.
- ¿Sabía que podemos retenerlo aquí hasta que venga alguien idóneo para sacarlo?
- Sí jefe.
- ¿Sabía que esto quedará en su historial?
- Por favor jefe, estoy cumpliendo mi trabajo. Sé que estuvo mal, pero mire pues jefe, tengo una familia qué mantener así joven como me ve. Por favor.
- ¿Qué podemos hacer, joven?
- Jefe, creo que usted y yo sabemos que podemos llegar a un acuerdo que nos facilite las cosas a ambos. No le quiero quitar su tiempo y yo la verdad que quiero ir a romperle la cara a mi jefe.
El capitán me sonrió, realmente me sonrió. En la mente le agradecí a mi viejo por todo su floro durante tantos años. Puse un billete sobre la mesa. El capitán lo tomó, me miró y me dijo que no quería volverme a ver nunca más por acá.
- El deseo es más que mutuo, oficial – le respondí ya sonriente, ya ad portas de
abandonar Mordor, ya ad portas de escribir una nota describiendo la corrupción del penal y lo mal que me trató Arnie (que seguro se comió bien rico su pollo con papas) y ya ad portas de renunciar a ese trabajo. Pero lo entiendo, si yo fuera él, me hubiera sacado la entreputa, y luego recién le decía al policía que era, para mal de todo este país, PERIODISTA.

Tuesday, June 19, 2007

Tras las Rejas (Parte II)

- A ver bacancitos, aquí se esperan.
Tombo malo, tombo del mal. Nos hicieron esperar en un cuartito con una mesa, una máquina de escribir, closets y un mapa del Perú.
Un 3-4 en Punta Negra – pudimos oír en la habitación de al lado. Coño mierda, seguro están avisándole a alguien, a la fiscalía, a la DINANDRO, a la DEA, a la INTERPOL, a la CIA, a la NASA. Conchesumare. Era un estado de shock, no entendíamos que eso estaba pasando en realidad, nos mirábamos y medio que sonreíamos, creyendo que en un dos por tres ya estaríamos afuera, sin moños, pero afuera. Pero nada. Entra al cuarto un tipo que me cayó gordo desde que lo ví. Flaco, vestido de civil, rasgos andino-selváticos y unos ademanes de “Aquí yo soy el que manda y si yo quiero me chupas el pijo en este instante”.
“Pobrecitos, carajo” dijo. “¡De pie!”. Nos pusimos de pie. “¡Quítense toda la ropa!”. Puta madre huevón, ¿quitarnos la ropa por marihuana? Mierda… ¿y qué les hacen a los que le encuentran planchas de LSD o toneladas de cocaína en un avión? “Ya fuimos carajo” pensé, “nos van a meter la macana por el culo hasta que pidamos piedad”. Mudos, nos quitábamos la ropa. El tipo este cogía cada prenda y la tiraba al piso con desprecio, con asco, con una gilipollez que me dieron ganas de reventarle la cara a puntapiés. Quería decirle que era hora de que me dejara hacer una llamada, que tengo derechos puta madre y que sacarnos la ropa no era parte del procedimiento. Obviamente no dije nada. Así terminamos los dos amigos calatos contra la pared, cubriéndonos el pito con las manos, esperando lo inevitable. El patán empezó a examinar mis cosas. Mis cigarros, mi pareo, mi cuaderno. “Así que eres escritor”. “Sí, jefe” le dije. No miró, no dijo nada. Nos repitió la perorata de siempre: quince días a la fiscalía mientras pesaban los narcóticos, luego ya se verá. “¿Jefe… y mi llamada?” pregunté. “Eso ya se verá más tarde, por ahora cállese la boca”. Nos hizo ponernos la ropa, eso al menos fue un alivio porque no terminaría con el poto rojo. Pronunció un apellido. Se apersonó el tombo malo, el cabrón. “Lléveselos a la carceleta”. Mierda, carceleta. “Jefe, ¿no puedo llevar mis cigarros?”. ¿Por qué soy tan despistado y digo tamaña cojudez en esas circunstancias?
- ¿Tus cigarros qué tienen?
- Tabaco.
- Sí. ¿Y con qué los enrollan?
- Con papel.
- ¿Y con qué enrollas tus tronchos?
- Con papel.
- Por eso no te doy ni mierda.
Estuve a punto de decirle que tenía rizlas, que no tengo necesidad de gastar mis cigarros, guanaco de mierda, pero me callé, una vez más me callé. Carceleta asquerosa, ambos sin zapatos, disfrutando del suelo pegajozo, las paredes más rayadas que haya visto en mi vida. Una tres x tres. Puerta en la esquina, con rejas. Ni pienses que hay banquitas ni camita ni water. Ahí no hay nada; sólo un piso hongueado y un cuarto, gracias a Alá, vacío (¿qué pasaba si acababan de agarrar a dos cabecillas de la banda de los destructores y estaban justo retenidos en la carceleta? ¿qué pasaba si justo acababan de agarrar al negro pirata? ¿qué pasaba si estaba Kukín en la carceleta?). Ni llamada ni nada. Mi pata pago pato (suena raro eso…). Un policía en persona lo fue a buscar al club de Punta Negra a decirle, en frente de todas sus amistades puntanegrinas, que su hijo yacía recluido en la carceleta de la comisaría. Su viejo no es muy expresivo, cariñosamente le decimos morsa vieja por su mostacho y su guata. Me tiene mucho camote pero eso ya era una vergüenza. Llegó su viejo, ahí sí mi pata cayó en lágrimas de todo tipo (grandotas como lluvia serrana, finas como de mujercita, a chorros como río en fenómeno del niño). La cara de indignación del tío, de intriga absoluta, de mierda que ahorita nos revienta el culo.
- ¿Qué mierda hacen acá? – preguntó.
- Papá…- eso fue lo único que escuché de mi pata… luego puro llanto.
Me miró a mí y me pasó su celular. Ahora me tocaba a mí llamar a mi viejo (esos cabrones tombos nunca me dieron un teléfono). Déjenme explicarles que en esa época mi papá, hasta hacía un año, había sido algo así como el zar antidrogas del Perú; algo así como el jefe de la DEA en los EEUU. Se me vino a la mente la pela “Traffic”, pero obvio que nunca le ofrecí al culo a ningún negro por heroína; pero mi viejo sí se parece un poco a Michael Douglas.
- ¿Aló papá?
- ¡Hola hijo! Qué sorpresa.
- Papá, tienes que ayudarme.
- ¿Qué pasa?
- Estoy en la comisaría de Punta Negra. Me han encontrado marihuana.
- Puta madre cabrón.
- Ayúdame por favor – (llanto, lágrimas, bien marica me puse).
- Ya ya carajo, tranquilo nomás, voy para allá.
Así acabó la conversación. La verdad que en ese momento me sentí un vil huevón. “Nunca más, nunca más” decía golpeando las paredes (iluso… en la noche era el concierto de Gladiators,,, eso creo que ya lo conté una vez…). Creo que estuve adentro cuatro o cinco horas. Fue cuando escuché la voz de mi viejo. Nos abrieron la jaula y nos llevaron a una oficina. Ahí estaba mi viejo, sentado, con las piernas cruzadas tipo Vallejo, con terno entero y cara helada. El viejo de mi pata estaba al lado, con las manos sobre las rodillas. Estoy seguro que ambos habían pensado en dejarnos ahí un par de días para que escarmentemos. Nos sentaron en una banca. Había una mesa con otra máquina de escribir, al otro lado estaba el cabrón que nos hizo quitarnos la ropa. Es en ese momento que recordaré de los mejores momentos de mi viejo. Caramba qué orgullo, mi viejo presidente puta madre! Sólo les narraré el comienzo del discurso que es un best seller (y lo tengo grabado en mi memoria palabra por palabra):
- Señor oficial, sé que este par de mocosos han incurrido en una falta grave, pero no tanta para los tenga a medio vestir en su cuarto al que por cierto le falta una lavada (mi viejo ni siquiera había visto carceleta). Se lo diré de frente y sin rodeos para que me entienda bien: sólo tenemos tres opciones. Opción uno, usted nos da a este par de mocosos para que nosotros nos encarguemos de darle el castigo que se merecen. Opción dos, nosotros les dejamos a este par de mocosos para que ustedes se encarguen de darle el castigo que merecen. Y queda la tercera opción, que es la posibilidad de llegar a un acuerdo netamente económico.
El oficial interrumpió arguyendo que la tercera opción, finalmente, parecía ser la más viable (hijo de puta, algún día me vengaré). A eso le siguió un largo discurso de mi viejo, que las políticas antidrogas del Perú, que el problema son los consumidores y no los narcos (si no hay demanda, no hay oferta), que la vida es una caja de chocolates (eso me lo acabo de inventar) y cosas así. Conozco a mi viejo, su estrategia fue la de aburrir hasta el hartazgo al marica ese, y lo logró. Luego se encerraron como quince minutos en un cuarto privado, imagino que le estaban enseñando la “gravedad” de mi asunto. Y sí pues, medio grave era porque al salir mi viejo me preguntó muy seriamente “¿Todo eso te ibas a fumar carajo?”. Yo respondí “Es que es para todo el fin de semana”. Yo y mis espectaculares respuestas. Me miró como si no me hubiera escuchado. “¿Y qué vamos a hacer?” le pregunté. “Tú no te preocupes, a ese conchesumadre del capitán lo tengo agarrado de las pelotas. Anda con X para que te cambien tu historia”. Fuimos, pavoneándonos en frente de esos cabrones que nos habían tratado como basura. El “capitán”, que no sé cómo llegó a serlo con esa cara de huevón, nos dijo “Desde ahora sólo figura que fueron detenidos por actitud sospechosa”. Sonreímos. “Jefe, ¿me puede dar mis cigarros ahora?”. Al cabrón no le quedó más remedio que acceder. ¡Grande pa! Regresé al cuarto donde estaba mi viejo, me abrazó y derramó un par de lágrimas; luego, camino de regreso, me dijo que no sea tan fumón. Le pregunté que dónde quedó mi hierba y no me respondió. Llegué a mi casa y estaba a mi mamá. Le conté lo sucedido. Me miró mal, pero mis viejos la verdad que son de pelos. En la noche fue el concierto de Gladiators y fumé como un descocido. Nunca me han vuelto a agarrar, ahora soy más paranoico que pajarito en jaula de halcones. Eso es todo.

Friday, June 15, 2007

Tras las rejas (Parte I)

"Policía Policía,
hay que pena que me da,
Cuando vienes al estadio,
tu mujer se va a cachar"
(Trinchera Norte)
- ¿Vamos a fumetear?
Un calor de mierda ese febrero del 2001. Con 17 años encima, la playa no era más que ver chicas y luego volver a ver chicas (eso no ha cambiado mucho realmente). El sol ardía sobre nuestras cabezas, ardía tanto que provocaba insultarlo, decirle un par de cosas feas, tal vez bajárselo de un mordisco.
- Vamos.
Con mi pata de toda la vida vagábamos en Punta Negra todo el verano. Par de vacas insultando la estética playera, par de monfus alejados lo más posible de dónde todo el mundo andaba. Pero para fumetear teníamos que movernos; imposible hacerlo en la arena con mil ojos esperando un error para acusarnos. Solíamos caminar por las casas, enrollando el leño mientras andábamos sin tabas por las casas que estaban justo detrás de la arena. Nuestros pertrechos en esos momentos eran: Polo y ropa de baño encima. El nada más. Yo tenía una caja de puchos, un pareo (sí mierda, un pareo) rasta, viejo y maloliente que mi hermano fabricó con ollas hirvientes y tintes con olor a fábrica de pink floyd; mi cuaderno en el que escribía constantemente (sobre todo al atardecer, cuando la gente abandonaba la playa y nos dejaba toda la inmensidad para estonearnos y dejar que corra una vida despreocupada); un lapicero y en cada bolsillo un paco de diez lucas. Mierda, no podría dejarlos en la casa porque la familia de mi amigo nos rebuscaba todo en busca de evidencias (para ese momento las sospechas ya eran muchas: cuando dos patas andan alejados, buscan cualquier excusa para salir e irse a lugares alejados, sólo quedan dos opciones; o fumones o maricones… todo el mundo, felizmente, pensaba lo primero).
Elegíamos siempre el umbral de una casa abandonada, buena sombra y ligeramente desierta (a pesar que al frente de este umbral corre la panamericana vieja). Encendemos la cosa, el olor empieza a llenarnos los pulmones, comienza la tertulia mientras nos pasamos la canoa verde… hasta que maldita sea,,, una pat (vehículo camioneta de policía) pasa justo frente a la casa. Puedo ver esos cuatro ojos que nos observan al pasar; los puedo ver dudando y chistando, esperando ver algo fuera de lo normal. Pasa de largo… mi pata se queda parado en el umbral, yo estoy más alejado.
- ¿Ya se van? - pregunto.
- Están dando la vuelta – me dice con una sospechosa tranquilidad, una tranquilidad que me tranquilizó a mí.
¿Qué pensarían ustedes? Bueno pues carajo, yo pensé que al decirme “están dando la vuelta” todo tranquilo y despechado, me estaba diciendo que estaban dando la vuelta a la esquina; es decir, que el peligro había pasado; es decir, que no tenía necesidad de arrojar los pacos por uno de los huequitos que habían a ambos lados de la puerta de la casa abandonada. Maldita sea que pensé eso y ustedes dirán que soy bien bestia, pero bueno pues, cuando uno está fumado no es que sea un Arquímedes o un Publio Escipión… Así que muy tranquilito yo me puse a pensar que qué huevones esos tombos de mierda que no se dieron cuenta del tremendo barulazo que estábamos fumando. Así, mientras me regodeaba en mi disque crapulencia (cómo me encanta mezclar “regodearse” con “crapulencia”), es que mis huevos se pusieron de antena: Ahí estaban esos cabrones, con sus caras de “qué pasa carajo” y de “ahora sí te agarra conchet…”. Cuadrados a tres metros de nosotros y yo con dos pacos en el bolsillo y el huevón de mi pata de lo más tranquilo (luego supe que él pensó que al decirme “están dando la vuelta” yo ya me había encargado de “darle vuelta” a los pacos… pero no pues huevón, tienes que ser más EXPLÍCITO). Se bajan los cabrones “¿Qué están haciendo acá?”. Yo con mi cara de imbécil dije “Buscando la sombrita jefe, que nos queman los pies”. Creo que esto exacerbó un poco los ánimos de los verdes, porque en una, el más alto y el que seguro hacía el papel de “tombo malo” dijo: “Ya Carajo, contra la pared”. Mierda, a mí me sonó a película. ¿Contra la pared por fumar un troncho? ¡No jodan! Pues sí, contra la pared,,, y mi pata muy tranquilo todavía, había botado el troncho a un lado y sonreía sarcásticamente. La sonrisa se le acabó cuando los tombos me sacaron los dos pacos de los bolsillos. Jaja… si vieras tu cara de hueverto en ese momento… jaja.... Sí pues, tombo de mierda, encontraste mis narcóticos, encontraste mi ganja, mi mota, mi grifa, mi marimba. ¿Y ahora qué mierda vas a hacer? “¡Suban carajo!”. Ay mierda, qué miedo. Nos pasearon como veinte minutos por toda Punta Negra. Los dos rogando como niñas chiquitas… mi pata decía que yo tenía veinte lucas y en verdad no tenía ni mierda de plata… ¿Por qué decía eso? Igual, escucharon “veinte lucas” y se cagaron de risa. “De frente a la carceleta nomás, luego quince días a la fiscalía, ustedes querían vender esto acá”. Noooo carajo… le juro jefe de mierda, que somos unos fumonazos, que nos la vamos a fumar todita, que no le vamos a invitar a nadie, que parece mucho pero es que somos bien adictos jefe, jefe tenga piedad, nunca nos ha pasado esto, somos jóvenes y estamos en una etapa de perdición, usted también ha sido joven, jefe. Nada… Como siempre, en una pat hay un tombo bueno y uno malo. El malo era un hijoputa, espero encontrarlo algún día cuando sea presidente del Perú y tratarlo tan mal como nos trató. El otro se remitía a permanecer callado y a escucharnos. Le daba pena, pero también pues, el peso de los dos pacos posiblemente superaba los 121 gramos (cantidad por la que uno es reconocido como microcomercializador). Así que mierda, a la comisaría de Punta Negra, a vernos las caras con el capitán de turno, otro gran hijo de puta.

En el próximo post contaré la aventura y desventura en la carceleta (hay desnudos de por medio). ¡No lo lean!

Tuesday, June 12, 2007

:(

Te he suprimido inocente dulzura porque de mí nació el inquietante descalabro de reconocerte entre el gris de la gente.
Te he suprimido despierta iluminación porque ya basta de congregar mis pesadillas en almohadas de metal.
Siento deciros que a falta de valor te dejo ir a paso ligero porque ya se me cayeron los dientes y no puedo retenerte mordisqueándote las medias.
Oscura humedad del ventarrón está invadiendo mis pulmones.
Cretácico Venom está esparciendo dolor por las esquinas de mi cuarto.
Descubiertos mis miedos te dejo ir, abierto mi pecho te dejo ir, desnudo y visceral te dejo ir no sin recordarte, mar de cinco atardeceres, que extraños son los planetas y oscuras las desafiantes esquirlas del destino.
Acabado y desierto, mosca en fiesta de arañas, no rugirá la mañana porque mierda anuncio que no habrán más mañanas. No habrá caída de noche imponente ni abismos cubiertos de ósculos difuminados en el aire. No habrá en mis manos espadas ni frente a mí dragones de acero. Ni Glaurund, ni Smaug, ni Morgoth, ni Sauron despellejando multitudes. Ni rincones hechos añicos ni fábulas de zorros y uvas. No habrá destello en tu pelo ni magia negra en tus pestañas; no restallarán tus manos sobre la pared ni se hará dulce la vida cuando tu saliva toque la punta de mis labios.
No habrá más que vacío en un alma sin petirrojos, sin oropéndolas ni ruiseñores. No habrá más que tu ignorancia y la mía, tan juntas y pegadas, tan contritas y afligidas, tan despiertas y dormidas; tan muertas como vivas.

Monday, June 11, 2007

Viejo material

"Es el funk
lo que siento
cuando sobre mí estás moviendo
tu cuerpo de mujer,
y no tengo que explicar
en palabras lindas
que te quiero culear"
(Los Tetas, canción: "Papi dónde está el funk").
Yo puedo decir tantas cosas, pero pensarlas me resulta más enfermo.
Solo me queda un poco, solo me quedan tres tazas de Lilith y medio litro del infierno de Barlowe. Y no extiendo mi mundo a esferas inconclusas,,,
tal vez porque el cuerpo ha dejado de luchar y ha entendido que el alma tiene plumas y puede ensancharlas a placer mientras te observo y hablas; hablas del pasado, del presente, hablas de la luna que te acurruca despierta, hablas del insomne y descarado futuro que te sopla el cuello, hablas de la infame circunstancia que te hizo llorar, hablas de cada centímetro que mis kilómetros no entienden ni quieren entender.
No necesito ayuda en este momento, puedo con el vino despertar el cariño que ha naufragado en pesadillas todo este tiempo. Qué puedo hacer si no me maltrato, qué puedo hacer si cada cosa que de mis dedos se extiende termina siendo una especie de insulto para mi sexo.
Qué puede pensar mi inmersión cóncava si cada vez que empiezo a caminar decido caerme y despilfarrar alucinado las estrellas que lloran.
Yo estoy llorando sin mojarme, yo estoy calcinando mi cuerpo sin fósforos en la mano.

Friday, June 08, 2007

Ya po.

Cántame “you've been flirting again”. Por favor, cántamela al oído, susúrrame el pedazo de cielo que olvidó mi nombre. Por favor dime que el blues de mi corazón está encendido buscando tus rizos oscuros. Por favor cántamela, sólo son 3 minutos con 20, chata de mierda, estúpida y firme oscuridad resplandeciente; por favor dime que estás viva, minita, guachita, polola. Por favor no pidas más silencio, no pidas pierda tu olor mi cerebro henchido de tu cuerpo. El lunar a siete centímetros al norte de tu ombligo, tu zanahoria con mayonesa, tu bebé de chicha morada, tu clase hasta las diez mierda ya terminó, tu sánguche de tres jamones ya no te lo compro yo, por la puta. Ya pues, no lo hagas más largo; es la tercera vez que pongo la canción, me hago el que trabajo, pero estoy aquí babeando por tus garritas, por tu polo verde con estrella negra al medio, por tu cara de ratón, por tus putas clases de publicidad que me aprendí de memoria, tus horarios, tu creatividad, tu tarea de globalización, tu reseña de Bowling for Columbine, tu cambio de nota en Teoría del Conocimiento, tus lunes y miércoles de siete a diez, tu sastre en exposición, tu cuerpo corriendo hacia mí, tus piernas colgando en los cubos, tú y tú, tu cara de ratón, minita, guachita, polola. Cántame “you've been flirting again”, como nunca lo hiciste, como hace dos años que no lo haces, minita, guachita, polola; dolorosa e infinita hijita de puta.

Wednesday, June 06, 2007

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"He cruzado océanos de tiempo para encontrarte" (Bram Stoker en Drácula)

Intrusa

Has dejado la luz encendida
La has perpetrado con silencio macabro

Con tus uñas pintadas de invisible
Intrusa Desnuda de brazos cruzados

Has apoltronado pasados atados a mi piel

Intrusa perdida entre cerros verdes

Perdiste el segundo a pesar de las horas
Deshojaste pétalos moribundos en el abismo equivocado.

Intrusa corriente de balas tomar

Me dejaste solo en el puente
Y yo he mirado hacia abajo
Y no he querido caer.

Yelmo de Dragón

Cuando era un nene de 12 años, mi hermano mayor se trajo tres libros de Argentina. Los dibujos de las tapas eran de puta madre. En el primero aparecía una cascada reventando entre rocas y pedazos de valle y sobre una piedra parecían estar de pie (se veían pequeños), un individuo con sombrero de punta y un chibolo. En el segundo, aparecía un monstruo alado tipo dragón con un pata encima casi todo vestido de hierro y una capa negra; al fondo, aparecía algo que parecía una montaña labrada por seres humanos toda llena de luces lúgubres: la casi mortalidad de la escena aún me causa escalofríos. En el tercero, que no era tan chévere su dibujo, aparecían dos patas que parecían guardianes de un castillo, custodiando una torre con banderas en las manos. Me llamaron tanto la atención que comencé a leer y no paré hasta engullirme los tres libros. Un año después, los volví a leer… dos años después de nuevo y creo que ya los he leído como cuatro veces. El primer libro empieza con una detallada explicación sobre la hermosa y bucólica localidad de Bolsón Cerrado. Maldita sea, quiero ser un puto hobbit y quiero vivir en el pinche Bolsón Cerrado, dentro de la Comarca, a ocho leguas de Bree a vuelo de Názgul. Diablos mister Tolkien, quiero saber qué especie de droga engulló usted para comunicarse con esos seres… porque yo creo que firmemente que este tío ha estado en otra dimensión y ha visto con sus propios ojos la batalla en Pélenor y los ojos de Haldir custodiando Lothlorien. Maldita sea Tolkien, cada vez que abro sus libros se me escarapela el cuerpo, cada vez que pienso en Sméagol elevando acertijos frente al buen Bilbo me dan ganas de suicidarme y despertar en Gondolin, armado y preparado frente a los ejércitos de Fingolfin y tirarme a alguna Elfa para tener hijos de orejas puntiagudas que puedan conversar con los árboles. Mierda Tolkien, por su puta culpa quiero ponerle a mi hija Silmaril y a mi hijo Gwaihir o Eomer o Gamelin… y a mi perro definitivamente le pondré Grishnak o el hijoputa del Balrog de Morgoth. Ya me cagó la vida… ahora me pregunto por qué Radagast el Pardo no fue tan famoso como Gandalf el Gris o por qué Caradhras es un nombre tan de puta madre para una montaña. No entiendo nada, pero me siento ávido de morir maldita sea y despertar en los Gamos y fumar la hierba del bosque y jalarle la barba a Gimli, Gloin y Thorin. No pienses que soy loquito Tolkien que me meto a foros y juegos de roll (aunque sí me he metido rolls, pero eso es droga no juego); no pienses que asisto a conferencias para discutir sobre la maldita esquizofrenia de Gollum ni a rajar sobre las películas (que son “buenas” pero demonios que lo mataría al gordo Jackson por no incluir a Tom Bombadil, maestro del universo, ser invencible aparte que su esposa Baya de Oro debe estar más buena que la miel en pan de maíz). Sólo quiero que sepa usted, Mr. Tolkien, que me cagó la vida de fantasía y se lo agradezco mucho.

Monday, June 04, 2007

Vaya usted y Coma

Oh tristes e inmundas elucubraciones que hacen presa del hombre promedio. Oh indignas maquinaciones que ensucian las almas más probas y transparentes. Oh mujeres del mal que con su contoneo de princesas de Cártago desnudan nuestros cuerpos para sorber sus sustancias y dejarnos secos y arrugados cuales frutas secas dejadas al viento. Honorable visir cabeza de caja, ha caído usted una vez más en las triquiñuelas que despiden el rollito perfecto que se forma entre el pantalón y el inicio del polo en las extremas caderas de una mujer. Oh, probo y justiciero adalid de la sobriedad y el cañón, finalmente se le ha desenrollado el pájaro y ha pensado con la cabeza más loca pero a la vez más sabia y hambrienta. No lo culpo porque en su seso se encienda la mecha de la lascivia; no lo condeno por entornar los ojos al ver un bello cruce de piernas femeninas o por arder en ganas de con los dientes arrancar bragas y morder muslos; no considero nauseabunda su necesidad de oprimir un pubis hasta que a la nena se le salten los ojos y se le evaporen las pestañas. Todo esto no es más que un tiempo de abstinencia que ahora recubre las horas de tedio con dulces imágenes de calatas féminas haciendo arcos con sus pies hermosos y deslizando sus dedos por las curvas infinitas que rodean el océano de sus caderas. Pero ha llegado la hora, oh excelso mártir chilcanito, de que presente usted sus cartas y ofrezca esa afamada discreción de la que se jactan los amantes más avezados; es hora que le ponga una mano en la nuca y le susurre al oído palabras asquerosas que no hacen más que importunar sexualmente a una dama que terminará cayendo en una profunda garrotera de contradicciones y paradojas sobre la impía suciedad del sexo bien conseguido. No ceje usted mientras vea en sus ojos la turbiedad de la malicia, el gris desabrido de las ganas inocultables, el brillo inmortal propio de la raza humana: el instinto reproductivo que existe desde los tiempos del Clan del Oso Cavernario, de los Cazadores de Mamuts, de los incansables domadores de los Equinos Salvajes. Vaya usted y no claudique: métale el hueso de una buena vez.

Wednesday, May 30, 2007

Arroz con Culo


Hay que hacerlo rapido: Flechita atrás, flechita abajo, flechita adelante y Quechi: Hadoooooken.
Igual: Flechita adelante, flechita abajo, flechita atrás y Patada: taptaptaptaruket.
Otro: Flechita adelante, flechita abajo, flechita adelante y Quechi: chorriuukett.
Abajo unos cuantos segundos, arriba y R: Patadota de Guile!
El más complicao: Flechita adelante, flechita abajo, flechita atrás, flechita arriba, flechita adelante y X: El ruso de mierda agarra al pobre peleador y le da vueltas en el aire y lo aplasta cabeza a cabo. Más de la mitad de la energía carajo.

Master del universo, campeón de La Molina de Street Figther, el gran premio fueron 20 horas gratis de vicio. ¿Por qué mierda nunca hubo campeonato nacional de de esa huevada o nunca me enteré? ¿Por qué nadie me avisó? ¿Por qué nadie se enteró que le gané a Byson con dos perfects en menos de 15 segundos por round? (eso fue registrado por cronómetro). ¿Por qué todavía sigo siendo un nene?
Hace poco me compré un control para conectar a la compu y como tengo como 700 juegos entre nintendo y súper pues estoy más enviciado que Maradona en el 87. Contra Súper Contra Batman Double Dragon II Donkey Kong Country I y II TMNT (Teenage Mutant Ninja Turtles) I, II y III y el IV (Turtles in time), Jackal y todas esas porquerías que uno dice “ay, estás muy manganzón para andar con jueguitos de niños”. Niño inmaduro quien crea que ser grande es leer la sección de economía del comercio y tomar el café sin azúcar. “niño” mis bolas; no perder ese hermoso sentimiento de que todavía es divertido jugar tumbaditas en un parque o que se te corte la voz como a Kevin Arnold cuando ves a una chica que REALMENTE te gusta es los más sabroso de este planeta: más que tomar café sin azúcar, más que tener tres reuniones de chamba en un día y mucho más que tener experiencia en todos los rubros y saber qué es exactamente lo que está esperando que digas esa chica bonita.

Niño tu vieja si quieres saberlo, anciano reputa.

Hace un par de días me compré una guitarra eléctrica con amplificador. Me dicen que es una mala inversión porque debí meterme al gimnasio. Mi gran respuesta fue: “Están ustedes bien huevones”. Llego a mi casa y al toque lo enchufo todo bonito y lo primero que sale de la guitarra es “Lucky” de Radiohead. Suena bien, bastante bien. Ya luego me paso a “Bad Card” de Marley y ahí ya imagino que los vecinos me empiezan a odiar. Llega mi jefe que es más mi pata que mi jefe. Juntos cantamos “Telephone Line” de la Electric Light… Luego se va el jefe, se abren las chelas, sigue la algarabía y nuevamente this tiimeeeee,,,, i feel my luck could change… Lo malo es que siempre que me pongo a cantar Lucky me pongo a llorar,,, así que casi nunca la puedo tocar entera porque recién estoy en kill me Sarah, kill me again with love y ya está que se me corta la voz. Por eso es que casi siempre después de tocar esa canción tengo que poner una de marley para sonreir un poquito y decir misty morning dont see no sun I know you are out there somewhere, having fun. Mierda, esta vez no quería amarrarme a un tema, como verán empecé con trucos de nintendo para terminarles confesando que Radiohead me hace llorar (demonios, ese ok computer sí que destruye… aunque en the bends está “bullet proof” que también es como darse de sablazos en la sien). Y luego ya me pongo a pensar que me gustaría tocar Purple Haze, pero maldita sea que soy bien bestia y con las justas puedo tocar el inicio despacito. Un gran problema tener guitarra y no ser un genio porque al final te sientes todo cojudo tocando la introducción de Nothing else matterse como si fueras el puto mastín siberiano de Kirk hammet. Otra vez desvarío, es un gran problema cuando no hay problemas en la chamba (paradójicamente) y no vienen corriendo a gritarme: Puta mare mensajes clave, puta mare nota de prensa, puta mare comunicado oficial, puta mare plan de comunicaciones, puta mare otra vez. Sospechosa calma aquí y un sospechoso nudo en la garganta que he querido compartir un poco con ustedes, a pesar que todavía tenga taaaaanto qué decir… lo siento mucho.

Tuesday, May 29, 2007

Alverjita Rebelde

“¡Ay los vicios humanos! son ellos los que contienen la prueba de nuestro amor por el infinito” (Charles Baudelaire).
Yo sé que puede aburrir escuchar siempre lo mismo, pero no pienso contarles cómo que es que a diario me encargo de saltear mis problemas y contener las lágrimas, porque eso sí que es aburrido tanto para ustedes como para mí. Así que frívola y anónimamente elijo este camino fácil y divertido que es hablar de cosas censuradas pero morbosamente atrayentes. Es que repito pues locales: la mierda humeante, el cuerpo decapitado, el feto abortado, los libros del Marqués de Sade (jaja… recuerdo una cita que dice más o menos así – no es textual - “Pues ahora procederé a insertarle mi báculo a esta jovencita por su delicado hoyo rosado mientras este guapo mozalbete me inocula sus sustancias en el mío”… Horrible pero jodidamente entretenido), los cuentos de Bukowski (les recomiendo el libro “Erecciones, Eyaculaciones, Exhibiciones”), drogas, sexo y, claro, Rock and Roll. Toda esa inmundicia realmente le da sabor a la vida, ¿no, Baudelaire? Quise empezar con Baudelaire porque habla de vicios; y hoy quería hablar de un vicio especial muy muy desprestigiado, maligno y realmente delicioso. Ojo que sé que es horrible, terrible, detestable y de las cosas más adictivas que haya podido crear el ser humano; pero MIERDA que te hace sentir poderoso: un despelote absoluto. If you wanna hang out, you got to take her out, Cocaine. Eso canta mi pata Eric Clapton. Y si quieren que sea más perucho le pongo el toque popular y, citando a Melcochita puedo decir “La Cochinada Más Rica, aaayyyyy”. Es que es muy extraño. Al principio ves el espejo (si estás tranquilo en tu casa), sacas el papel (creo que papel manteca, ¿correcto o no?), con tu débito scotiabank (porque de crédito todavía no y espero que nunca) sacas un cúmulo sonriente de esa brillante blancura que parece azuquítar impalpable y la depositas sobre el cristal. Luego con tu misma scot débito hacer tactactac con la tarjeta y vas formando la línea…. Uyyyy (a un pata mío le dicen lateral; ¿por qué?; porque juega pegado a la línea, juaaa). O las líneas pueden ser. Luego agarras un pedazo de cañita (cuando te la vayas a pegar en la calle y necesites una cañita y vayas a un grifo a pedir que te regalen una, NUNCA digas cañita… di sorbete o pajilla… así suenas menos drogo), o un tubito, o un billete relativamente nuevo enrolladito. Luego te acercas con el tubo ese metido en la ñata, te miras los ojos al espejo, te miras las fosas nasales, te miras la línea y MMMFFFFFFFF. A veces se siente como un balazo, a veces como un cuchillazo… y cuando la belleza es de buena calidad no sientes absolutamente nada. Porque hay que decir que hay que todo,,, hay veces en que en realidad he sentido que esnifo pared o harina, y en verdad esos conchesumares la patean feo, sobre todo los asquerosos de Lince (cerquita a la plaza Pedro Ruiz Gallo, cerquita a la Municipalidad… ya no te hagas el huevón quien seas). Claro que cuando andas por la calle no hay tiempo para todo ese juego… tampoco cuando estés en el baño del sargento o el dragón porque no pasa ni medio minuto y ya hay una fila de necios como tú que quieren hacer exactamente lo que estás haciendo tú (no orinar). Así que no queda otra que con la misma scotia o la llave de tu jato agarrar un poco y mmmsssssfffff. Auch. Les contaré algo gracioso. Ya andaba con una verborrea absoluta esa noche (eso sucede cuando mezclas la vaina con el trago). Estaba con mi amigo de mil aventuras y con dos chicas. Ibamos bien, hablábamos como locos y hay algo que ocurre cuando 1)La sustancia es de calidad, 2)Has consumido una cantidad perfecta y 3) El licor ha sido el justo. Lo que pasa cuando se entremezclan estos tres numeritos es que durante un tiempo resultas siendo un pata encantador, con floro perfecto e ideas brillantes. Es que si buscan en cualquier lado: wikipedia, google o el libro sobre drogas que tienes guardado bajo el colchón, el clorhidrato de cocaína te embiste con un estado de lucidez extremo. Eso es un rato, porque luego ya vienen las muecas y el blablabla inmundo. Bueno, me desvío de nuevo. Estábamos con las dos chicas sentados en una mesa de madera en el bar El Oso, y la verdad que estábamos como cañón. Eso hasta que un servidor se excusa por cuarta o quinta o vez y dice “voy al baño”. Voy al baño, cierro la puerta, abro la magia y mmmmfffffff con cañita. Regreso y me siento todo tranquilo y continuo mi espléndida perorata sobre los problemas Perú-Chile. Eso hasta que mi chochera, que en ese momento está al frente me hace una seña; la típica seña de rascarse la nariz. Me toco la nariz, me miro los dedos y uuuyy, sangre, harta sangre. De a poquitos empieza a gotear sobre la mesa. Agarro una servilleta, tratando de hacerme el huevón, pero la cosa estaba bien obvia. Una servilleta entera y nada; sangre. Otra más; sangre. Una más y al ver que era imposible me excuso nuevamente y me meto al baño. Jajaja…. Me miro al espejo todo canchero, todo encías sangrantes Murphy y me digo a mí mismo “SALTA MARADONA PIDE FÚTBOL”. Así es también la vaina. Todo importa poco… lo único realmente importante es que no se acabe la sustancia y que te quede plata para el trago: uno está por encima del mundo, todos son hormigas fáciles de aplastar y las chicas son, oh sí, insignificancias de la noche (con el perdón de las atentas damas que espero hayan llegado hasta estas líneas sin cerrar asqueadas la ventana; algo que no creo porque considero que ustedes son humanas como yo y siguen leyendo como lindas humanas que son). La cosa es que vuelvo a la mesa y, ja, mi compañero está solo. Las chicas se hicieron humo. “Cuando empezó tu actuación todo se fue a la mierda” me dice. Jaja. Listo. Chicas olvidadas… lo bueno de esto es que puedes hablar toooooooooda la noche sin detenerte. Ni cuenta te das que dan las seis de la mañana y que estás sentado en Pardo con Recavarren. Y la verdad que iba a decirles muchas más cosas pero creo que me extendí demasiado. Sólo me queda decirles que sólo los jalones pudieron verse el mundial de Korea-Japón casi enterito porque esta huevada te mantiene despierto toda la noche. Tuve mis caídas, y con esta sustancia fue bien fuerte. Es la cochinada más rica, pero joder que es mala, así que no sean menzos y sólo fumen marihuana.
Algunos chistes que les pueden hacer a los jalones (si conocen, obviamente, la jerga del jalón).
- A tí te dicen Sheriff del Oeste. ¿Por qué? Porque todo lo arreglas a tiros.
- A tí te dicen Piscina. ¿Por qué? Porque si no te metes cloro te pones verde.
- A tí te dicen Pan Popular. ¿Por qué? Porque sales a las seis y a las ocho ya estás duro.
- A tí te dicen Huevo Hervido. ¿Por qué? Porque si no estás pasado estás duro.
Y la mejor, a mi parecer. Todo un éxito. Aquí va.
- A ese huevón le dicen "Alverjita Rebelde". ¿POR QUÉ? Porque se resiste a dejar la vaina. juaaaa.

Thursday, May 24, 2007

El jueves pasado

Su mamá tiene un restaurant al que ella va siempre, al menos eso dice. No me costó mucho armarme de valor, cada día el alpinchismo es más obvio en mis palabras, gestos y movimientos. Me meto a su restaurant y no la encuentro. Reconozco a su mamá porque se parece un poco a ella. Me siento y pido un jugo. Al rato llega ella. Me mira y sonríe. “¿Qué haces aquí?” “Vine a verte”. Sonríe de nuevo (carajo, qué linda sonrisa). Hablamos largo y tendido. Me voy como a las ocho y media de su rest. Le digo que me entiende. No menciona a su enamorado.
Esa misma noche ando en mi casa, viendo una película medio aburrida. Me dan ganas de tomar un whisky. Digo “No hombre, es jueves y son ya las diez y cuarto de la noche”. Pero sí que tengo ganas de un whisky. Me paro, me pongo mis tabas y salgo. Llego al bar, me siento y pido un whisky. Lo trago y pido otro. Lo termino y pido una cerveza alemana “Lindener” que nunca había probado. A media cerveza llegan dos chicas. Se sientan a mi lado. A una la reconozco, es una que estaba en la charla de la universidad en donde hablé un rato de mi tesis. De esas chicas que se pintan las uñas de negro y despotrican contra el sistema. Pero esa no importa mucho, sino la que está exactamente a mi lado. Ñam Ñam, compañeros. Grande la chica. GRANDE. Dos tremendas calabazas se asoman por un escote exacto, miel parece correr entre esas dos bellezas que llaman, invitan, corroen cualquier tipo de virtud o valor moral. Su cara no mucho, pero digamos que era un complemento adecuado para tanta hermosura pectoral. Hay que ser avispado pero tranquilo, mostrar interés pero a la vez mostrar que todo te llega al pincho. En momentos como ese no existe la mal llamada rectitud; es en momentos como esos en los que piensas y agradeces no estar atado a nada ni a nadie: es cuando miras al cielo de reojo y te bendices por ser tan lechero. No le hablo ni le pregunto nada. Conoce a los de la barra, ellos me conocen a mí. Yo no digo nada. Siento que le intereso un poco. Ando con saco, barbón y, sobre todo, callado. Le jode que no la mire. Que no voltee a mirarle nada. Le jode. Así que ella avanza. “¿Cómo se llama tu amigo?” le pregunta al de la barra. Me la presentan, presto mediana atención. Me presentan a la otra amiga, a la de la universidad. Me dice que me ha visto y qué puede hacer para escribir bien (¿?). Hablamos, sigo ignorando a Liana (que así se llama la de perfectas olas de carne). Pasa algo luego. Tienen una chata de ron en la cartera. Le pregunto a Sandra (así se llama la estudiante) “¿Por qué tienen una chata de ron en la cartera?”. “Para tener algo con qué combinar el joint”. Ta mare. Dice eso. Yo callo pero no puedo ocultar la mezcla entre emoción y necesidad de ocultarla. Creo que los ojos me brillan, creo que mi piel se eriza y creo que mi boca suelta una suerte de relamida. Ambas se ríen. Me atraparon carajo. Me invitan una jarra de chilcano de pisco. Luego de frente la Sandra me dice “¿No nos quieres acompañar al parque?”. Carambola. Pues ya. Algo rico tienen entre manos. Y lo tienen. Las acompaño a la plaza y caigo en las hermosas garras verdes. Regresamos al bar. Ojo rojo, ojo chino. “¿Vamos al Diablo?” dice Liana. Vamos. Quince minutos después le digo “¿Nos vamos? Tengo café en mi casa”. Nos vamos a mi casa. Ocurre lo que tenía que ocurrir. Una noche más, esta vez con dos enormes y preciosos senos rosados en mis labios.

El sí campeador

Para recibir un sí hay que aguantar muchos nos. Tienen que despreciarte un par de horas para que el mundo recapacite y se acuerde que existes a pesar que estás bañado de mierda: el mundo siempre te tiene guardado a alguien que te limpie la cara un rato. Te lo da, constantemente. A mí me lo da. Cuando ya has aguantado más de un “pucha, no puedo ir a tu casa a tomar whisky porque amanecí con fiebre” “pucha, no te pude contestar porque el celu estaba en vibrador” “pucha, se incendió mi gato”. Siempre lo mismo, cositas ricas inmundas cositas. Ya dilo nomás “tú quieres tomar conmigo y luego levantarme la falda”. Bueno, sí pues. ¿Y? A nadie le importó cuando no lo hacía, ahora no creo que alguien le importe que lo haga; un simple espejismo que formulo en mi seso. Pero siempre existirá alguien que aunque sea una vez atraque. Hay que poner las cosas como nadie quiere que sean para que la gente las entienda. Lo viciado y lo asqueroso causa morboso aumento del entendimiento, creo yo. Y así es esta vez. Repito que siempre hay un día exacto, en que uno toma los caminos exactos para terminar revolcándose en la cama con una digna pera apasionada señorita. Son las cadenas que florecen a nuestro alrededor. Esos días en que eliges comprarte Winston y no Montana; comer chifa y no cuy; escuchar dub y no roots; leer y no ver tele; rascarse la cara y no el culo. Todos estos ínfimos y cojudísimos sucesos se concatenan para tomar una decisión pedestre: o te vas a dormir o te quedas leyendo los viajes de gulliver o vas de una puta vez por un trago. Por un trago pues. Ya cuando tomas esa decisión mayor, es que ya la jarra se voltea, el jugo se chorrea y el mantel se ensucia. Obvio que no siempre es así, pero levantar 98 kilos y hacerlos andar seis cuadras a las once de la noche cuando hay que trabajar al otro día… en fin. Ya ahí si lo logras lo logras. Fin del tema; el mundo se fijó en ti y tú aprovechaste y, si fuiste bueno, destacaste; si es que no, será para la próxima iluminación. Pero no seas pelotudo, así como este planeta tierra te sonrió y mandó un salvavidas de una noche; así como permitió que una chica linda te limpiara la cara por un par de horas y te dijera que eres lindo, así igualito aprovechará tu primera mueca de tranquilidad para arrancharte ese par de piernas blancas y esa manito que te acarició la espalda. En eso se basa el comer postre una noche; que al otro día te despiertas y tu boca sólo sabe a trago; y tu cuarto sólo huele a sexo.

Tuesday, May 22, 2007

¿y tú?

No has estado enamorado si no te han llevado a Aura y te han hecho bailar esas canciones que son todas iguales como eres sirena o el olor a mierda y chanel o date la vuelta ahora o a mí me da pena tu ombligo (¿olvido?) o la maldita cojudez de tu amor me hace bieeeeen; y tú, como idiota, no has dicho una palabra, sólo has intentado mover el troncazo que tienes por cadera y los ladrillos que tienes como pies con tal de verla sonreír (ella sabe que a ti no te gusta bailar esa cosa, pero es feliz viendo que lo intentas un poco). No has estado enamorado si has aceptado enseñarle la panzota a toda su familia en la playa o si te has dejado ganar en una pichanga sólo para que el viejo no se ponga picón y diga, terminado el día “Ese tu enamorado es menos imbécil de lo que yo creía”. No has estado enamorado si no has entrado con un ramo de flores a la universidad, bajo la mirada de “qué cojudo que eres” de todo el mundo y has ido a su salón, has tocado la puerta, el profesor te ha abierto la puerta y tú le has dicho “Esto es para la cojuda por la que mi corazón anda inflamado todo el día”. No has estado enamorado si ella te ha confirmado que este fin de semana definitivamente irá a la súper fiesta de su amigo e irá sin ti porque “me quiero divertir de verdad”: Es decir, no has estado enamorado si te has molestado porque en pocas palabras te ha dicho que como a ti no te gusta bailar la mierda de date la vuelta ahora sí hay muchos ahí que les gusta bailar eso y lo hacen bien y la harán girar como trompo toda la noche y eso es divertirse de verdad para ella. No has estado enamorado si no la has cargado a su clase en el quinto piso, si no has deslizado cartitas por debajo de la puerta de su salón, si no has escrito versos en la pizarra antes de que empiece su clase, si no la has esperado hasta las diez de la noche pelándote de frío con tal de verla unos quince minutos más antes de dejarla en su casa (o que ella te deje a ti), si no te has arrodillado sollozando asegurando que primero muerto antes que sin ella. No te has enamorado si no le has dicho que ella escogerá los nombres de los hijos, el colegio, los padrinos, opción sexual, ropa, dios, partido (excepto equipo, de eso me encargo yo, preciosa). No te has enamorado si te has echado colirio horas antes y con los ojos blanquitos le has dicho que no fumas cañón hace dos meses (ja). No te has enamorado si es que te ha pedido que la des adentro y no lo hiciste. No te has enamorado si su viejo te ha mentado la madre y tú no lo has hecho pedazos para que ella no los reciba luego en la oscuridad de su cuarto y ante la crapulencia de un padre recontra hijo de puta. No te has enamorado si ella te ha pateado las pelotas y tú no te has reído. No te has enamorado si ella se comió tu pizza y tú la mandaste a la mierda. No te has enamorado si permitiste que se vaya una sola vez sin despedirse. No te has enamorado si nunca sentiste que realmente eras más adicto a su sonrisa de lo que creíste, no te has enamorado si creíste que podías manejar su ausencia con orgullo y rectitud; no te has enamorado si realmente pensaste que podías vivir sin ella. Mierda, cabrón, no te has enamorado si no has hecho absolutamente nada de esto. Mierda, cabrón, si no has hecho nada de esto es que nunca te has enamorado: es que nunca has sido un pobre imbécil… y te admiro.

Pronunciamento hallado en una botella de Muriático

Estúpidos comemierda. No son más que estúpidos comemierda desangrándose de cabeza en un camal de bocinas malogradas, súcubos con alcoholemia y pestilentes medicaciones adquiridas sin receta. ¿Tienes diazepam para mezclarlo con mi whisky? ¿Tienes roimnol para juntarlo con las cinco cervezas alemanas? Oye, ¿dónde mierda dejaste mis gotas de ácido lisérgico? ¿Y esas cinco pastillitas amarillas que te hicieron ver un conejo tocando guitarra esa vez que me metieron un lapo y me dijeron “mañana no te vas a acordar de esto”? Pues sí me acordé, fíjate. Me acordé del blond cerrado con miel y las pastillitas amarillas que parecían salir de tu nariz. Es que lo recuerdo, pestilencia, recuerdo a los tombos hablándome al oído mientras me encontraban los dos pacos en los dos bolsillos. “¿Toda esa mierda te ibas a fumar?” requintaba mi viejo en la comisaría, después de pavonearse frente al capitán al cual “Ya tengo agarrado de las pelotas”. Requintaba y luego lloraba despacito a pesar que sabía que yo soy, finalmente, un buen tipo. “Nunca más carajo, nunca más”… eso lo decía golpeando las paredes de la carceleta, en ropa de baño y polo viejo, sin zapatos ni medias, hongueando mis pies sobre la mugre de un piso sobre el que cuántos habrán gritado, como yo, “nunca más”. ¿Pero nunca más? Es que la verdad que esa misma noche era el concierto de Gladiators, y la verdad que ni los tombos ni la cárcel ni el tombo ese hijoputa que me obligó a sacarme toda toda la ropa sólo por joder hicieron que detenga mi periplo a esa discoteca en el sur donde tocaron estos ingleses que parecen jamaiquinos. ¿Los recuerdas? Estaba F mezclando narcóticos con estimulantes; recuerdo haber ingerido más de dos sustancias esa noche. ¿Qué pasaba con el mundo esa noche? ¿Quién hacía girar a Marte esos años de perdición? Imposible recordarlo, naufragando en inconciencias ultra concientes. Y lo sé, sé que en año nuevo creías que todos iban a matarte… que los tres peleles que estábamos sentados a tu alrededor estábamos maquinando un plan para asesinarte y luego desaparecer tu cadáver. No te alarmes, es el efecto negativo del San Pedro; algo muy extraño teniendo en cuenta que estábamos entre patas y la mala vibra generalmente llega con los extraños. Es que tienes que cuidar el seso pues, dijiste primero que el cielo estaba morado, pero luego quieres tomar más y mezclarlo con coca cola y luego fumarte dos cañones bien cargados con hachís. No pues, así no se juega a menos que tengas el cerebro de cemento (me puedo aunar a este grupo). ¿No lo recuerdas? ¿No recuerdas esa extraña sustancia que venía en papelito azul que nos la vendieron con el nombre de “Geld” o “Yeld” o como se llame? Mezcla dicen de éxtasis y LSD. Y sí compare, sí que puso. Sólo recuerdo mi jardín, Pink Floyd a lo lejos y yo en pose de mono observando mi imperio renaciente, mis castillos extintos que se alzaban tras la maletera del carro. ¿Recuerdas lo que dije? “Soy el simio hijoputa, el rey de las montañas de Senegal”. Mejor es recordarlo que volver a intentarlo; es mejor atenerse a remembranzas de estricninca, picrotoxina y pentilenetetrazol. Mejor quedarnos con la nebulosa que no sé si lo sientas pero a veces ataca de nuevo en momentos inexactos. No juegues con eso, tal vez diga que puede matarte pero qué bien que la pasaste, arrastrando los pies en la avenida, tocando los timbres de las casas, apretujando el sabor del floripondio, neutralizándolo con tranquilizantes y, mierda, anestesia para gatos. Qué vergüenza, doctor. Qué vergüenza decirle que todo esto salió en pocos años; y qué vergüenza decirle que no puedo explicarle cómo se sentía y qué dolor no poder explicarle cómo es que no estoy escribiéndole desde el cielo o el infierno.

Thursday, May 17, 2007

No seas Pesada

Siempre es la misma cantaleta que no suele tener ni pies ni cabeza. O sea, ya la ropa está en el piso; las medias posiblemente también. Ya todo está listo para continuar (ojo, no “empezar”, sino continuar). Porque no es que uno se saque la ropa frente al otro sin decir palabra ni mediar caricia, toqueteo, chape o lo que sea que tenga que ver con contacto corporal. Pero caramba que cuando está listo, cuando tomas las rodillas de la mujercilla para enfrentarse a esa preciosa entrepierna que ya desprende olor a deseo, ¡zas!; agarra y te dice “oh no” o “no puedo” o “¿no estamos yendo muy rápido” o, lo más gracioso de todo, “yo hago el amor, no tengo sexo”. ¡Por favor! Debo decirte, mi querida y caliente musa desnuda, que amor o no, sexo es sexo, y que lamentablemente no puedes estar calentando la olla para luego soltar una perorata de que el sexo sin amor no es nada. Señorita mujercita, no sé si conozca ciertas leyes de la vida que lo hacen a uno SER humano, pero por favor déjeme explicarle lo siguiente: Huevito frito se come calientito. Nada más simple que eso, si usted ha permitido llegar hasta el punto de que le estoy abriendo las piernas para colocarle mi instrumento en su cavidad rosadita, no me venga a decir que “eso no”. O sea, se deja besar, tocar, chupar, lamer, absorber, hacerse el ocho con la lengua y luego cuando queda sólo la simpleza de penetrarla como parte consecuente de todo lo anterior, ahí recién se pone usted a decir “no soy ninguna perra para tener sexo con un pata que recién conozco o que no es mi enamorado”. O sea que todo lo demás no importó, todo lo demás no es sexo, todo lo demás sólo es un previo a lo que finalmente es un todo: todo lo demás no es demostración alguna de que usted sea una perra (como erróneamente intuye si es que llegara a embutirle el hueso). Me da risa porque muchas dicen “no tuve sexo con él” por el simple hecho de que no se dejaron inyectar. ¿Todo lo demás es simple coqueteo? Primera noticia que las relaciones sexuales se basen sólo en el mete-saca-dame-que-te-doy-aquí-me-vengo-dentro-o-fuera-pero-la-doy. Sólo quería que lo piense usted; ya estamos grandecitos para que ande pidiendo promesas de amor y matrimonio; velas y rosas en la cama; nocturnas de Chopin y previo vino con lasagna. Tanto usted como yo somos humanos, tanto usted como yo queremos hacer que cruja la cama. Porque no es que seamos animales sin seso; pero sea conciente que si a usted se le moja, a mí se me para.

Wednesday, May 16, 2007

Compaxión

"La compasión es contraria a los efectos tónicos que acrecientan la energía del sentimiento vital; surte un efecto depresivo. Quien se compadece pierde fuerza. La compasión agrava y multiplica la pérdida de fuerza que el sufrimiento determina en la vida. El sufrimiento mismo se hace contagioso por obra de la compasión; ésta es susceptible de causar una pérdida total en vida y energía vital absurdamente desproporcionada a la cantidad de la causa (el caso de la muerte
del Nazareno)". (En "El Anticristo" - Nietzsche).

Ya le cantamos mucho a la lluvia.
Muchos sacrificios de manos vacías se desperdiciaron sin sacar chispas, sin que perduren más que efluvios disque divinos. Qué jodidos han sido estos tumultos: estos gordos y orondos tumultos de cuyas cavidades sólo explotan vísceras apostadas por millares bajo la luz. Qué asqueroso ha sido este repentino despertar que jubiloso ha vomitado sus calatas sobre la alfombra: todo un cóctel de gárgaras jurásicas que perdieron vida conforme se hacía firme la tempestad.

No tenderé más la mano porque el diablo es rojo y no amarillo. Permanecerán mis córneas impasibles frente a la aniquilación de este universo que dices tú es el más grande de la historia. Esconderé la compasión en mi carcaj, asolapado bajo el mar de flechas que tienen escrito tu nombre, tu apellido y tu corazón. No más escudriñar en la magia de la esperanza, en la poción augusta de los pilares sometidos al cataclismo de tu cintura. Esta vez pisaré los único cuatro dedos que te sostienen al planeta… y te veré caer mientras a lo lejos sonríe un anticristo.

Tuesday, May 15, 2007

Baudrillard

Hace más de un mes murió Jean Baudrillard, un pensador de lo más demente pero a la vez de lo más cuerdo que he visto en mi vida. Propone que los medios de comunicación y todo aquello que sea un intento de simular la realidad (pintura, escritura, tele, imagenes, todo lo que sea proponer otro intento o calco de la realidad), la destruye totalmente. Es decir, el ser humano ha destruido la realidad, sólo ha dejado su simulación continua en medios como éste. Yo, como periodista, diariamente destruyo la realidad porque intento calcarla en papel. Ahora mismo la estoy destruyendo porque la estoy interpretando en una pantalla. Tú ahorita la estás matando porque estás pensando crear una respuesta. Todos somos unos asesinos de mierda.

He aquí un par de genialidades, enjoy.

“Ahora bien, la imagen ya no puede imaginar lo real, ya que ella misma lo es. Ya no puede soñarlo, ya que ella es su realidad virtual. Es como si las cosas hubieran engullido su espejo y se hubieran convertido en transparentes para sí mismas, enteramente presentes para sí mismas, a plena luz, en tiempo real, en una transcripción despiadada” (En "El Crimen Perfecto").

“Los iconólatras de Bizancio eran personas sutiles que pretendían representar a Dios para su mayor gloria pero que, al simular a Dios en las imágenes, disimulaban con ello el problema de su existencia. Detrás de cada una de ellas, de hecho, Dios había desaparecido. No había muerto, había desaparecido. Es decir, ya no se planteaba el problema. Quedaba resuelto con la simulación. Lo mismo hacemos con el problema de la verdad o de la realidad de este mundo: lo hemos resuelto con la simulación técnica y con la profusión de imágenes en las que no hay nada que ver” (En "El Crimen Perfecto")

La Gente Te Mira

Cuando estaba en la universidad, una que era enana y ahora está irreconocible, me pidieron en una clase que escriba doscientas palabras de cómo es que me ve la gente. Me pareció una de las tareas más divertidas que me dejaron y una lástima que sólo fueran 200 palabras. Tenía tantos motivos para sacarme la mierda... Aquí está.

¿Por qué quieres conocerlo? Gordo, alto, peludo, triste. También se parece un poco a Juan Flores que se ha comido a la defensa entera de la U. Su ex dice que tiene un gran corazón y que tiene mucho que dar, pero también que tiene un lado oscuro que ni te cuento. Hay gente que lo ha visto andar con los ojos rojos, fácil que es una persona que no conviene tener de amigo. Pero los que lo conocen siguen diciendo que da buenos consejos, que sabe escuchar. Es pura pose, seguramente te escucha porque no tiene nada que decir. También tiene su pose de “mírenme estoy solo triste deprimido”: eso me lo han dicho un par de veces. Fuma mucho y toma mucho café. Su mamá piensa que es un gran chico. Sí pues, saca buenas notas el huevón, a pesar de eso que te dije de los ojos rojos. Tú sabes que a veces esos chismes exageran. Pero míralo detenidamente. Ese saco lo lleva puesto hace tres días, seguro ni se baña. La verdad que no logro entender por qué quieres conocerlo. Dicen que es medio poeta, pero que odia que le digan poeta. Cuatro juegos florales el chucha. Claro pues, a estas alturas cualquier mamarracho es poesía. No le hagas caso cuando te diga que no cree en dios, porque yo lo he visto mirar al cielo y retarlo con el puño cerrado. No le creas cuando te diga que está con el estómago vacío y no le digas nada bonito porque te va a decir “yo no soy así”. Así es como yo lo veo. Allá tú.

Monday, May 14, 2007

Lima

Estuve en Lima el fin de semana. Ahora que no vivo ahí y voy contadas veces, me doy cuenta de lo grande que es esa mierda y de cuánto es que amo esa ciudad. Soy una rata de ciudad; antes pensaba que lo mejor que me podría pasar era largarme de Lima, de sus luces, de su ruido, de su zamaqueo constante, de su inaplicada locura, de sus huestes inacabables de idiotas y gamberros, de su malparida contaminación y demás yerbas que frecuentemente azotaban mis sentidos y permitían que mi flujo personal de sentimientos los quisiera desbordar en otro lugar: tal vez una provincia, tal vez la sierra, tal vez los cerritos verdes en ciudad pequeña, las vaquitas y los mototaxis, las chacritas y las iglesias, la idea de ir caminando a cualquier lugar o andar en taxi por no más de diez minutos.
Pero nada. Diablos que ahora que tengo eso, extraño tanto pero tanto sus luces, su ruido, su zamaqueo constante, su inaplicada locura, sus huestes inacabables de idiotas y gamberros, su malparida contaminación y demás yerbas que deseo azoten mis sentidos diariamente. Extraño tener que viajar media hora para llegar a mi destino, extraño el malecón con su chela y su troncho. Extraño la vía expresa de Javier Prado, los cerros pelados, el cielo tan gris como su gente opaca. Extraño no querer ir a tantos lugares nocturnos pero tenerlos a mano. Extraño el McDonalds y el puto pinball de Larcomar. Extraño ver los partidos de la U vía CMD (aquí tengo cable, pero el local), extraño estirar el brazo y tomar combi, extraño subirme al carro del colorado, poner reggae, fumar cañón y simplemente avanzar. Extraño el edificio chueco de interbank, extraño el asquerosamente pituco starbucks que aprendí a querer cuando ya no vivía allá, extraño ir a cieneguilla o pegármela en el sargento. Extraño vivir con mi mamá y el Internet de cada noche. Extraño las librerías gigantes, extraño sentir que me la puedo encontrar en cualquier momento porque vivimos en la misma ciudad, extraño salir a caminar sin que se me acabe el aire, extraño ir a la laguna y hacer lo que ya repetí como dos veces, extraño hacer el amor en un parque, extraño estar en un lugar tan grande que no existe chisme que pueda afectarme, extraño ser excesivamente pequeño e irreconocible. Extraño Lima tanto como extraño odiarla tanto.

Sobre el Teléfono

Hace un par de meses venía hablando con ella por teléfono. Sí, Ella, sé que cada uno de ustedes está pensando en la persona correcta. Ella. Qué sé yo… empezamos a escribirnos y luego caí en llamarla y empecé a hacerlo digamos un par de veces por semana. Luego ella empezó a llamarme de vuelta, sobre todo a la hora del trabajo cuando su austrolapitecus no la estaba vigilando. ¿Por qué? Ni me pregunten. ¿Creen que lo sé? Sí, sé que creen que lo sé, y yo también sabía por qué. Era extraño, lo peor fue que empezó mal porque el baboso ése estaba presente el día que la llamé de nuevo después de un huevo de tiempo. Se asó el pobre, dijo que soy un molestoso. Ella pensó eso también. Qué cojudo me siento contándoles esto, mostrarles finalmente las vísceras, lo real. Me pidió que no la vuelva a llamar pero no le hice caso y no parecía molestarle. Empezamos a hablar cosas cada vez más y más nuestras, “¿Qué ropa llevas puesta?” “¿Todavía tienes ese polito amarillo que me gustaba tanto?” “Lo llevo puesto”. Cosas así. Una ligera actualización de nuestras realidades, y una impecable pero horrorosa actualización de mis sentimientos. Empezó a claquear la chata… “nadie me conoce como tú” “no hay nadie como tú”… punto punto punto. ¿Si sentía emoción? En lo más mínimo. La conozco y sé que tiene sus quince minutos de te extraño. Pero basta. La llamé la última vez, el domingo ante-antepasado, de nuevo estaba con su neandertal. Yo esperaba con ansias recibir una llamada del huevón “amenazándome” para en el primer vuelo a Lima reventarlo en pedazos, pero nada. … al otro día la llamé para disculparme, y claro, ya era otra: que había tenido un fin de semana de puta madre y que venía yo a cagárselo, que me ponga en sus zapatos, que ya no llame. Obvio que a la pregunta mía “¿Y le has dicho que tú también me llamas?” Por supuesto que no. Cojudita, aquí el embarrado siempre seré yo.
Esa mañana helada de lunes, esa mañana sin mucho coqueteo de sol y sin mucha esperanza abrigada por un corazón parco, medio cansado y atrapado entre dos paredes de piel… esa mañana escuché y sentí el último aliento; lo sentí muy cercano e intenso, pero a la vez real,,, no fue un samaqueo, fue una simple redundancia de todo este tiempo que ha pasado. Una frase muy clara, espantosamente clara, con posibilidades de producir terremotos en mi cerebro si ella la hubiera dicho en julio del año pasado; pero ahora la recibí con una sencillez y un par de orejas muy abiertas con toda una sensación de extraña sensatez de que era eso lo que exactamente necesitaba escuchar. Me dijo, simplemente “Hablando contigo estoy cagando mi relación. Y la verdad es que prefiero mi relación”. Auch. Catapunchis. Ñarf.
Suena doloroso. Digamos que sí lo fue. Es decir, si en ese momento ella tenía que escoger quien se muere primero, me hubiera escogido a mí. Sé que suena exagerado, pero lo veo así. Y no es que me esté ahogando. Como traté de explicarles hace un rato, me encuentro sorpresiva y sospechosamente lúcido al respecto.

Wednesday, May 09, 2007

Nadie es más que la sombra que lame sus pies (Ultimo Llanto de 22)

Nadie es más que la sombra que lame sus pies. No eres más que la sangre que emana de tus ojos. No soy más que la piel muerta que salta cuando sacudes las sábanas. Push push ahhh. Un par de manos y tres pies pegados a mi boca. Hambre normal de hombre inmundo. Pescar un resfriado dándole un sentido al infierno. Nada es más lindo que amanecer entablado en Lima, partiendo los días en segundos, dividiendo la oración en palabras mágicas y sueños contigo, perrita. Sueños irrisorios sin dioses ni altavoces. Sueños de perritas rastreras que se comen mi caca y me muerden los muslos. Qué lindas son tus manos, qué linda es tu emoción, qué linda es la muerte que me enseña tu calzón. No eres más que la sangre chorreando más lento. No eres más que un game over, una frase extinta, un barbarismo insignificante. No eres más que un par de zapatos viejos colgados en un cable de luz. No eres más que mi boca y la tuya. No existes si no te pienso, pero la omnipotencia ha aprendido a brillar en tus rulos asquerosos. No te veo desde arriba porque caminas sobre mi cabeza, amplificando los rayos que se disparan en la ronca e impune disfunción de mis brazos erectos. Te amo por ser tan puta, por tener esa mano dulce que tantas noches se comió mi sexo. Odio tu perfección al caminar y las obscenas invitaciones que haces al hablar. Zoqueta de mierda. Mar de ojos y malos recuerdos, mar de tenazas en pie y dunas hirvientes. Presagios oscuros, tormentas glaciares y cúspides de piedra negra muerta enferma. Cueva mohosa, mala señal. Tu límite es mi sombra, la que lame tus pies y pierde por cuatro a cero. Sin un par de aletas, en el oído me espera un mar de serpientes azules y moradas, blancas, eternas, juguetonas y maltrechas.

¿Por qué hablarte o callarte? Da lo mismo magra apariencia. Te da lo mismo eso es lo feo, Feo encontrarme y patearme, asaltos en frío en caliente y en oriente. Me duele me jode me enferma. Me maltrata esta última penitencia. Será por ti y los años que despertaron al oír la puerta temblar, los pérfidos goznes resonar en marcas de metal, en ruinas de azufre y almizcle, oliendo a ti, a tu demonio que me sonríe, hiriente, audaz, asquerosamente bello. Cómo duele la última lágrima, el último y ya extinto color morado (la serpiente, sí, la serpiente).

Teléfono.

Herramienta sin filo, cómo cortar venas, cómo abarrotar un amasijo de probabilidades que me enseñen a patearte el culo. Cómo darme cuenta que eres un fantasma, una sombra que lame sus propios pies, una sombra que cierra su círculo sobre sí misma. Demonios. Qué asco me da cuando te extiendes sobre las orillas de mi eternidad, de mi corazón inflado como mi panza. Qué horripilante la sensación esta que sobreviene a cada segundo, tú haciendo, tú llorando, tú caminando, tú tirando, tú y tu corte en el útero, tú y todas tus insulsas manías que por puro gusto aprendí a manejar.

¿Para qué, perrita? ¿Para qué entregarme a esta dolencia enfermiza? Para qué mirarme al espejo sin amoldar esperanzas. Para qué callarme la euforia. Si no te veo apareces en mis sueños, convertida mierda en serpiente morada, en el último escondrijo de Minas Morgul, en la última y necia circunstancia que atraviesa mis dedos como un puñado de arena. Inútil sin miembro, pobre amputada e indigna patología.

Frases Célebres

Estas son cosas que me han dicho chicas bonitas han quedado grabadas en mi memoria. Obviamente, como sabrán, las dijeron mayormente en estados iracundos y momentos de tensión. Son frases divertidas.

“Qué impotente es esa montaña”

“¿Tu primo toma asteroides?”

“Antes de mandarte algún mensaje o llamarte, prefiero morirme”

“Tú no te preocupes. Me llevo mi paco y no me ves más”

“¿O sea que tú solo me tiras y listo?”

“La verdad que no quiero cagar mi relación hablando contigo. Y la verdad es que prefiero mi relación”

“Eres mi Miroslav Klose”

“Cada vez que quieras hacerme tuya, llámame”

“Es que yo no entiendo (mi nombre), ¿Qué más quieres? ¿Qué te ponga el culo en la cara?”

“Tú decides. O es la marihuana o soy yo”

“Espero que nunca le cuentes a nuestros hijos que estuviste en la cárcel por fumón”

Tuesday, May 08, 2007

Dos Gatos y una Larva

Digamos que en Ella se esparció el ultimátum del mundo, digamos que en Ella pudieron esconderse los colores del cielo y amanecer una vez sin tener el molesto sabor de la muerte entre los dientes, sin tener ese deseo de no abrir más los ojos. ¿Y por qué es que en Ella brilla el mundo perdido? ¿Por qué los dinosaurios pueden ser ardillas si Ella se está riendo en este instante? No podría describirla sin embellecer los versos con mariposas de ojos rojos y paisajes alumbrados por cinco soles en ocaso. Ya voy a volver y escarbarte el estómago; voy a cometer asesinato prematuro dejando que me atrapen antes de beber sangre; voy a conquistar un planeta para regalártelo envuelto en piel y metal.



Poesía dicen cuando no tocas, Poesía dicen cuando te embebes y no cachas, Poesía dicen cuando no sos más que fair play en potencia, marica intrínseco, nervio derrotado semi-seco. Poesía te dicen cuando expeles burbujas fumando cañón, Poesía no te entienden cuando miras y escribes lo que podría ser acariciar. Barítonos y contraltos, corre conejo corre y no le cuentes a los mudos que por fin les puedes enseñar a gritar. Contenta llora la lluvia en este emporio de trivialidades; graciosa hiere los silencios que no se dejan apretar; espera inconciente la llegada de un infierno qué apagar. No la culpes ni intentes destapar sus respuestas: ella está tan sola como la marea que la dejó parir mañanas desdentadas, oxígenos abiertos, pulsos y sensaciones de dolor.
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Dub Wise, alimentando mi cuerpo con mensajes de texto. ¿Cuándo me detendré? ¿Cuándo le escupiré al poema para finalmente babearte el hombro? Fabricando escaramuzas sin golpe he terminado volando sin ardilla, sin mujer en el espejo, sin deidad sureña. Estupidizando mi conciencia finalmente se han unido los países y no me han dejado pautear su independencia. A la vez que la orilla se confunde con el mar, las larvas han dejado de ser moscas, las colillas de cigarro me han enseñado su sonrisa y yo, interminablemente, he dejado de verme a mí.

Monday, May 07, 2007

Tres Perros

Cuántas veces te lo han repetido.

La verdad es como una tumba sin cuerpo;
Tan vacía y estéril como tu propio silencio.

Tan vacua como la especie que recrudece en tu alma de cuero y sueños: “Esos pedacitos de muerte”. Esas venas heridas que te recuerdan la oscuridad mientras tus pestañas se besan por la noche; Mientras de ella exhuma la vida que perdiste por matar costumbres en la vigilia, por estrellar tu fábula en una moraleja inmisirecorde. Por arrullar esa espina dorsal que te somete, es que te has echado a dormir, a esperar la muerte vestida de aguijón, de inventado pero eterno sueño de luces infinitas.

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No he querido confabular contra esa lágrima invisible en tu sonrisa.
Nunca pensé que esa isla inexplorada era ya tan esposa de tu virginidad.
Lo siento si mis barcos siguen navegando y soñando aún con lamer de nuevo una playa con tres ocasos sincronizados. Lo siento si el mástil agita desesperadamente las olas esperando reconocer la dulzura a través de este verdugo océano. Lo siento por cada noche confundiendo el lamento de las ballenas con las estrellas que regurgitan tu nombre sobre mi vaso de whisky, sobre mi eterna morada abisal.

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Tortuga de hierro Arena y Viento.

Tortuga inexperta.

Perro de guerra.
Huestes rugientes, colmillos a la cabeza.

Camino cerrado para vuestra incontinencia.
Desnudos habituados a la desobediencia.
Tan pocas aves surcando el cielo tan inmerso en decadencia.

Lo siento, máquina del tiempo.
Lo siento si comí estegosaurios cuando las escamas del pasado se agolparon en mi piel de las cavernas. Lo siento si sus colas dejaron huellas en el borde de tu cuello rupestre.