Wednesday, June 06, 2007

Yelmo de Dragón

Cuando era un nene de 12 años, mi hermano mayor se trajo tres libros de Argentina. Los dibujos de las tapas eran de puta madre. En el primero aparecía una cascada reventando entre rocas y pedazos de valle y sobre una piedra parecían estar de pie (se veían pequeños), un individuo con sombrero de punta y un chibolo. En el segundo, aparecía un monstruo alado tipo dragón con un pata encima casi todo vestido de hierro y una capa negra; al fondo, aparecía algo que parecía una montaña labrada por seres humanos toda llena de luces lúgubres: la casi mortalidad de la escena aún me causa escalofríos. En el tercero, que no era tan chévere su dibujo, aparecían dos patas que parecían guardianes de un castillo, custodiando una torre con banderas en las manos. Me llamaron tanto la atención que comencé a leer y no paré hasta engullirme los tres libros. Un año después, los volví a leer… dos años después de nuevo y creo que ya los he leído como cuatro veces. El primer libro empieza con una detallada explicación sobre la hermosa y bucólica localidad de Bolsón Cerrado. Maldita sea, quiero ser un puto hobbit y quiero vivir en el pinche Bolsón Cerrado, dentro de la Comarca, a ocho leguas de Bree a vuelo de Názgul. Diablos mister Tolkien, quiero saber qué especie de droga engulló usted para comunicarse con esos seres… porque yo creo que firmemente que este tío ha estado en otra dimensión y ha visto con sus propios ojos la batalla en Pélenor y los ojos de Haldir custodiando Lothlorien. Maldita sea Tolkien, cada vez que abro sus libros se me escarapela el cuerpo, cada vez que pienso en Sméagol elevando acertijos frente al buen Bilbo me dan ganas de suicidarme y despertar en Gondolin, armado y preparado frente a los ejércitos de Fingolfin y tirarme a alguna Elfa para tener hijos de orejas puntiagudas que puedan conversar con los árboles. Mierda Tolkien, por su puta culpa quiero ponerle a mi hija Silmaril y a mi hijo Gwaihir o Eomer o Gamelin… y a mi perro definitivamente le pondré Grishnak o el hijoputa del Balrog de Morgoth. Ya me cagó la vida… ahora me pregunto por qué Radagast el Pardo no fue tan famoso como Gandalf el Gris o por qué Caradhras es un nombre tan de puta madre para una montaña. No entiendo nada, pero me siento ávido de morir maldita sea y despertar en los Gamos y fumar la hierba del bosque y jalarle la barba a Gimli, Gloin y Thorin. No pienses que soy loquito Tolkien que me meto a foros y juegos de roll (aunque sí me he metido rolls, pero eso es droga no juego); no pienses que asisto a conferencias para discutir sobre la maldita esquizofrenia de Gollum ni a rajar sobre las películas (que son “buenas” pero demonios que lo mataría al gordo Jackson por no incluir a Tom Bombadil, maestro del universo, ser invencible aparte que su esposa Baya de Oro debe estar más buena que la miel en pan de maíz). Sólo quiero que sepa usted, Mr. Tolkien, que me cagó la vida de fantasía y se lo agradezco mucho.

4 Comments:

Blogger aNdRe$! said...

Definitivamente si la pela fue buena, los libros tmb deben ser pajas. Ahora, que es roll ah? me cagaste... yo habia dado unos "toque rolls con un bate" pero no sabia que era otra droga. Buena vez * escribes de ptm loko * Hablaos.

11:38 AM  
Blogger Erre said...

Gracias por el cumplido, doctor. Un "roll", en lenguaje vulgar, es una pastilla de éxtasis.

12:56 PM  
Blogger L said...

Doctor Erre, Silmaril? Radagast el Pardo? roll? Es por estas lecciones que entro a su blog. Será cierto que todos los días se aprende algo...

8:59 PM  
Blogger Paloma V. said...

No corrió droga en el cuerpo de Tolkien y ahí hay más magia que en los fuegos artificiales de Gandalf.

Namarie

9:50 PM  

Post a Comment

<< Home