Friday, June 15, 2007

Tras las rejas (Parte I)

"Policía Policía,
hay que pena que me da,
Cuando vienes al estadio,
tu mujer se va a cachar"
(Trinchera Norte)
- ¿Vamos a fumetear?
Un calor de mierda ese febrero del 2001. Con 17 años encima, la playa no era más que ver chicas y luego volver a ver chicas (eso no ha cambiado mucho realmente). El sol ardía sobre nuestras cabezas, ardía tanto que provocaba insultarlo, decirle un par de cosas feas, tal vez bajárselo de un mordisco.
- Vamos.
Con mi pata de toda la vida vagábamos en Punta Negra todo el verano. Par de vacas insultando la estética playera, par de monfus alejados lo más posible de dónde todo el mundo andaba. Pero para fumetear teníamos que movernos; imposible hacerlo en la arena con mil ojos esperando un error para acusarnos. Solíamos caminar por las casas, enrollando el leño mientras andábamos sin tabas por las casas que estaban justo detrás de la arena. Nuestros pertrechos en esos momentos eran: Polo y ropa de baño encima. El nada más. Yo tenía una caja de puchos, un pareo (sí mierda, un pareo) rasta, viejo y maloliente que mi hermano fabricó con ollas hirvientes y tintes con olor a fábrica de pink floyd; mi cuaderno en el que escribía constantemente (sobre todo al atardecer, cuando la gente abandonaba la playa y nos dejaba toda la inmensidad para estonearnos y dejar que corra una vida despreocupada); un lapicero y en cada bolsillo un paco de diez lucas. Mierda, no podría dejarlos en la casa porque la familia de mi amigo nos rebuscaba todo en busca de evidencias (para ese momento las sospechas ya eran muchas: cuando dos patas andan alejados, buscan cualquier excusa para salir e irse a lugares alejados, sólo quedan dos opciones; o fumones o maricones… todo el mundo, felizmente, pensaba lo primero).
Elegíamos siempre el umbral de una casa abandonada, buena sombra y ligeramente desierta (a pesar que al frente de este umbral corre la panamericana vieja). Encendemos la cosa, el olor empieza a llenarnos los pulmones, comienza la tertulia mientras nos pasamos la canoa verde… hasta que maldita sea,,, una pat (vehículo camioneta de policía) pasa justo frente a la casa. Puedo ver esos cuatro ojos que nos observan al pasar; los puedo ver dudando y chistando, esperando ver algo fuera de lo normal. Pasa de largo… mi pata se queda parado en el umbral, yo estoy más alejado.
- ¿Ya se van? - pregunto.
- Están dando la vuelta – me dice con una sospechosa tranquilidad, una tranquilidad que me tranquilizó a mí.
¿Qué pensarían ustedes? Bueno pues carajo, yo pensé que al decirme “están dando la vuelta” todo tranquilo y despechado, me estaba diciendo que estaban dando la vuelta a la esquina; es decir, que el peligro había pasado; es decir, que no tenía necesidad de arrojar los pacos por uno de los huequitos que habían a ambos lados de la puerta de la casa abandonada. Maldita sea que pensé eso y ustedes dirán que soy bien bestia, pero bueno pues, cuando uno está fumado no es que sea un Arquímedes o un Publio Escipión… Así que muy tranquilito yo me puse a pensar que qué huevones esos tombos de mierda que no se dieron cuenta del tremendo barulazo que estábamos fumando. Así, mientras me regodeaba en mi disque crapulencia (cómo me encanta mezclar “regodearse” con “crapulencia”), es que mis huevos se pusieron de antena: Ahí estaban esos cabrones, con sus caras de “qué pasa carajo” y de “ahora sí te agarra conchet…”. Cuadrados a tres metros de nosotros y yo con dos pacos en el bolsillo y el huevón de mi pata de lo más tranquilo (luego supe que él pensó que al decirme “están dando la vuelta” yo ya me había encargado de “darle vuelta” a los pacos… pero no pues huevón, tienes que ser más EXPLÍCITO). Se bajan los cabrones “¿Qué están haciendo acá?”. Yo con mi cara de imbécil dije “Buscando la sombrita jefe, que nos queman los pies”. Creo que esto exacerbó un poco los ánimos de los verdes, porque en una, el más alto y el que seguro hacía el papel de “tombo malo” dijo: “Ya Carajo, contra la pared”. Mierda, a mí me sonó a película. ¿Contra la pared por fumar un troncho? ¡No jodan! Pues sí, contra la pared,,, y mi pata muy tranquilo todavía, había botado el troncho a un lado y sonreía sarcásticamente. La sonrisa se le acabó cuando los tombos me sacaron los dos pacos de los bolsillos. Jaja… si vieras tu cara de hueverto en ese momento… jaja.... Sí pues, tombo de mierda, encontraste mis narcóticos, encontraste mi ganja, mi mota, mi grifa, mi marimba. ¿Y ahora qué mierda vas a hacer? “¡Suban carajo!”. Ay mierda, qué miedo. Nos pasearon como veinte minutos por toda Punta Negra. Los dos rogando como niñas chiquitas… mi pata decía que yo tenía veinte lucas y en verdad no tenía ni mierda de plata… ¿Por qué decía eso? Igual, escucharon “veinte lucas” y se cagaron de risa. “De frente a la carceleta nomás, luego quince días a la fiscalía, ustedes querían vender esto acá”. Noooo carajo… le juro jefe de mierda, que somos unos fumonazos, que nos la vamos a fumar todita, que no le vamos a invitar a nadie, que parece mucho pero es que somos bien adictos jefe, jefe tenga piedad, nunca nos ha pasado esto, somos jóvenes y estamos en una etapa de perdición, usted también ha sido joven, jefe. Nada… Como siempre, en una pat hay un tombo bueno y uno malo. El malo era un hijoputa, espero encontrarlo algún día cuando sea presidente del Perú y tratarlo tan mal como nos trató. El otro se remitía a permanecer callado y a escucharnos. Le daba pena, pero también pues, el peso de los dos pacos posiblemente superaba los 121 gramos (cantidad por la que uno es reconocido como microcomercializador). Así que mierda, a la comisaría de Punta Negra, a vernos las caras con el capitán de turno, otro gran hijo de puta.

En el próximo post contaré la aventura y desventura en la carceleta (hay desnudos de por medio). ¡No lo lean!

4 Comments:

Blogger L said...

Gracioso Erre, no pues!! no cuentes en partes!!!! que pasó? que pasó?

1:05 PM  
Blogger Valentina said...

te lo juro que esta historia ya la conozco, pero así, tal cual igualitica.

Solo espero que el final tuyo no sea tan patéticamente absurdo e injusto como el mió.

1:13 PM  
Blogger Pappo Banton Texaco said...

tuve una un poco más drástica que, por poco, terminó por deportarme cuando el tombo me dijo (traducción casi literal): "Estás en mierda profunda, amigo. Si me entero que te haz metido en problemas de nuevo voy a deportar tu culo de vuelta a puerto rico". Tombo de mierda. Jajaja, espero ver pronto la segunda parte.

2:55 PM  
Blogger aNdRe$! said...

Jajajaja si broer, la segunda parte yaaa! Me acuerdo cuando me agarraron en San Miguel, dos tombos de civiles...blah blah en realidad la misma historia, solo con el detalle de que mi viejo es tombo. Jaaa! alucina!

4:49 PM  

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