Tuesday, June 19, 2007

Tras las Rejas (Parte II)

- A ver bacancitos, aquí se esperan.
Tombo malo, tombo del mal. Nos hicieron esperar en un cuartito con una mesa, una máquina de escribir, closets y un mapa del Perú.
Un 3-4 en Punta Negra – pudimos oír en la habitación de al lado. Coño mierda, seguro están avisándole a alguien, a la fiscalía, a la DINANDRO, a la DEA, a la INTERPOL, a la CIA, a la NASA. Conchesumare. Era un estado de shock, no entendíamos que eso estaba pasando en realidad, nos mirábamos y medio que sonreíamos, creyendo que en un dos por tres ya estaríamos afuera, sin moños, pero afuera. Pero nada. Entra al cuarto un tipo que me cayó gordo desde que lo ví. Flaco, vestido de civil, rasgos andino-selváticos y unos ademanes de “Aquí yo soy el que manda y si yo quiero me chupas el pijo en este instante”.
“Pobrecitos, carajo” dijo. “¡De pie!”. Nos pusimos de pie. “¡Quítense toda la ropa!”. Puta madre huevón, ¿quitarnos la ropa por marihuana? Mierda… ¿y qué les hacen a los que le encuentran planchas de LSD o toneladas de cocaína en un avión? “Ya fuimos carajo” pensé, “nos van a meter la macana por el culo hasta que pidamos piedad”. Mudos, nos quitábamos la ropa. El tipo este cogía cada prenda y la tiraba al piso con desprecio, con asco, con una gilipollez que me dieron ganas de reventarle la cara a puntapiés. Quería decirle que era hora de que me dejara hacer una llamada, que tengo derechos puta madre y que sacarnos la ropa no era parte del procedimiento. Obviamente no dije nada. Así terminamos los dos amigos calatos contra la pared, cubriéndonos el pito con las manos, esperando lo inevitable. El patán empezó a examinar mis cosas. Mis cigarros, mi pareo, mi cuaderno. “Así que eres escritor”. “Sí, jefe” le dije. No miró, no dijo nada. Nos repitió la perorata de siempre: quince días a la fiscalía mientras pesaban los narcóticos, luego ya se verá. “¿Jefe… y mi llamada?” pregunté. “Eso ya se verá más tarde, por ahora cállese la boca”. Nos hizo ponernos la ropa, eso al menos fue un alivio porque no terminaría con el poto rojo. Pronunció un apellido. Se apersonó el tombo malo, el cabrón. “Lléveselos a la carceleta”. Mierda, carceleta. “Jefe, ¿no puedo llevar mis cigarros?”. ¿Por qué soy tan despistado y digo tamaña cojudez en esas circunstancias?
- ¿Tus cigarros qué tienen?
- Tabaco.
- Sí. ¿Y con qué los enrollan?
- Con papel.
- ¿Y con qué enrollas tus tronchos?
- Con papel.
- Por eso no te doy ni mierda.
Estuve a punto de decirle que tenía rizlas, que no tengo necesidad de gastar mis cigarros, guanaco de mierda, pero me callé, una vez más me callé. Carceleta asquerosa, ambos sin zapatos, disfrutando del suelo pegajozo, las paredes más rayadas que haya visto en mi vida. Una tres x tres. Puerta en la esquina, con rejas. Ni pienses que hay banquitas ni camita ni water. Ahí no hay nada; sólo un piso hongueado y un cuarto, gracias a Alá, vacío (¿qué pasaba si acababan de agarrar a dos cabecillas de la banda de los destructores y estaban justo retenidos en la carceleta? ¿qué pasaba si justo acababan de agarrar al negro pirata? ¿qué pasaba si estaba Kukín en la carceleta?). Ni llamada ni nada. Mi pata pago pato (suena raro eso…). Un policía en persona lo fue a buscar al club de Punta Negra a decirle, en frente de todas sus amistades puntanegrinas, que su hijo yacía recluido en la carceleta de la comisaría. Su viejo no es muy expresivo, cariñosamente le decimos morsa vieja por su mostacho y su guata. Me tiene mucho camote pero eso ya era una vergüenza. Llegó su viejo, ahí sí mi pata cayó en lágrimas de todo tipo (grandotas como lluvia serrana, finas como de mujercita, a chorros como río en fenómeno del niño). La cara de indignación del tío, de intriga absoluta, de mierda que ahorita nos revienta el culo.
- ¿Qué mierda hacen acá? – preguntó.
- Papá…- eso fue lo único que escuché de mi pata… luego puro llanto.
Me miró a mí y me pasó su celular. Ahora me tocaba a mí llamar a mi viejo (esos cabrones tombos nunca me dieron un teléfono). Déjenme explicarles que en esa época mi papá, hasta hacía un año, había sido algo así como el zar antidrogas del Perú; algo así como el jefe de la DEA en los EEUU. Se me vino a la mente la pela “Traffic”, pero obvio que nunca le ofrecí al culo a ningún negro por heroína; pero mi viejo sí se parece un poco a Michael Douglas.
- ¿Aló papá?
- ¡Hola hijo! Qué sorpresa.
- Papá, tienes que ayudarme.
- ¿Qué pasa?
- Estoy en la comisaría de Punta Negra. Me han encontrado marihuana.
- Puta madre cabrón.
- Ayúdame por favor – (llanto, lágrimas, bien marica me puse).
- Ya ya carajo, tranquilo nomás, voy para allá.
Así acabó la conversación. La verdad que en ese momento me sentí un vil huevón. “Nunca más, nunca más” decía golpeando las paredes (iluso… en la noche era el concierto de Gladiators,,, eso creo que ya lo conté una vez…). Creo que estuve adentro cuatro o cinco horas. Fue cuando escuché la voz de mi viejo. Nos abrieron la jaula y nos llevaron a una oficina. Ahí estaba mi viejo, sentado, con las piernas cruzadas tipo Vallejo, con terno entero y cara helada. El viejo de mi pata estaba al lado, con las manos sobre las rodillas. Estoy seguro que ambos habían pensado en dejarnos ahí un par de días para que escarmentemos. Nos sentaron en una banca. Había una mesa con otra máquina de escribir, al otro lado estaba el cabrón que nos hizo quitarnos la ropa. Es en ese momento que recordaré de los mejores momentos de mi viejo. Caramba qué orgullo, mi viejo presidente puta madre! Sólo les narraré el comienzo del discurso que es un best seller (y lo tengo grabado en mi memoria palabra por palabra):
- Señor oficial, sé que este par de mocosos han incurrido en una falta grave, pero no tanta para los tenga a medio vestir en su cuarto al que por cierto le falta una lavada (mi viejo ni siquiera había visto carceleta). Se lo diré de frente y sin rodeos para que me entienda bien: sólo tenemos tres opciones. Opción uno, usted nos da a este par de mocosos para que nosotros nos encarguemos de darle el castigo que se merecen. Opción dos, nosotros les dejamos a este par de mocosos para que ustedes se encarguen de darle el castigo que merecen. Y queda la tercera opción, que es la posibilidad de llegar a un acuerdo netamente económico.
El oficial interrumpió arguyendo que la tercera opción, finalmente, parecía ser la más viable (hijo de puta, algún día me vengaré). A eso le siguió un largo discurso de mi viejo, que las políticas antidrogas del Perú, que el problema son los consumidores y no los narcos (si no hay demanda, no hay oferta), que la vida es una caja de chocolates (eso me lo acabo de inventar) y cosas así. Conozco a mi viejo, su estrategia fue la de aburrir hasta el hartazgo al marica ese, y lo logró. Luego se encerraron como quince minutos en un cuarto privado, imagino que le estaban enseñando la “gravedad” de mi asunto. Y sí pues, medio grave era porque al salir mi viejo me preguntó muy seriamente “¿Todo eso te ibas a fumar carajo?”. Yo respondí “Es que es para todo el fin de semana”. Yo y mis espectaculares respuestas. Me miró como si no me hubiera escuchado. “¿Y qué vamos a hacer?” le pregunté. “Tú no te preocupes, a ese conchesumadre del capitán lo tengo agarrado de las pelotas. Anda con X para que te cambien tu historia”. Fuimos, pavoneándonos en frente de esos cabrones que nos habían tratado como basura. El “capitán”, que no sé cómo llegó a serlo con esa cara de huevón, nos dijo “Desde ahora sólo figura que fueron detenidos por actitud sospechosa”. Sonreímos. “Jefe, ¿me puede dar mis cigarros ahora?”. Al cabrón no le quedó más remedio que acceder. ¡Grande pa! Regresé al cuarto donde estaba mi viejo, me abrazó y derramó un par de lágrimas; luego, camino de regreso, me dijo que no sea tan fumón. Le pregunté que dónde quedó mi hierba y no me respondió. Llegué a mi casa y estaba a mi mamá. Le conté lo sucedido. Me miró mal, pero mis viejos la verdad que son de pelos. En la noche fue el concierto de Gladiators y fumé como un descocido. Nunca me han vuelto a agarrar, ahora soy más paranoico que pajarito en jaula de halcones. Eso es todo.

11 Comments:

Blogger JLN said...

Jajajajajaja, es mucho más graciosa cuando la lees que cuando la escuchas. Lo único que no te creo, mi estimado, es eso de la paranoia. Cabeza de huevo!
P.D.
Lee mi nuevo blog. Jua jua, solo para eso te dejo comentario.

4:04 PM  
Blogger JLN said...

This comment has been removed by the author.

4:04 PM  
Anonymous Anonymous said...

A mi viejito, en sus épocas de juventud, lo agarraron en Chiclayo por lo mismo que a ti, pero el dice que antes de la carceleta lo metieron a uane specie de hueco en la pared, a el y a sus dos patas. Además luego los golpearon. Claro que despues esos policias energumenos tuvieron su merecido gracias a las influencias, bendita vara.
Me imagino que despues igual que tu andó con muxo mas cuidado. Lo curioso es que yo he pasado fumando al costado de los policias y nunca me han detenido, debe ser por la cara de santa trankilaza que tengo
o por que en ese pais de maxistas es imposible pensar que una chika pueda fumar marihuana, que se yo.
Y gracias al cielo tu celda estaba vacia.Y muchas mas garcias que no te lelgo a pasar nada mas grave.
Suerte

2:57 AM  
Blogger Erre said...

No sé por qué mierda se suprimió el segundo comentario si no hice nada. ¿Alguien sabe de esto? ¿Se suprimen solos? ¿Comeremos pan con queso?

8:18 AM  
Blogger Pappo Banton Texaco said...

jajaja, Una joyita esta historia. No estarás omitiendo algo entre la calateada y la carceleta o si, Erre? jajaja.

10:29 AM  
Blogger Erre said...

Felizmente no, buen pappo. Ahí quedó la calateada, suficiente con mostrarle mis bíceps tríceps cuadíceps al marica del capitán.

10:35 AM  
Blogger aNdRe$! said...

Jajajajajajajajaja oe que bueeeena (y no solo lo de: mas paranoico que pajarito en jaula de halcones!) jaja esta de ptm el post. Lo unico que me jodio -y no entiendo xq- es que usaste un culo de jergas españolas, como si aca no sobrara el lenguaje colokial jaja.

De ptm tio!

Suerte * Bye

12:33 PM  
Blogger Erre said...

lo de "gilipollez" y "pijo"? Bueno, son palabras divertidas, como que usamos la palabra "blog" o "post" o "bye"... en fin... gracias por las palabras de aliento.

1:18 PM  
Blogger Valentina said...

Felizmente el final no fue igual al de mi historia.

Muy entretenido, narras bien, describiendo detallitos varios, como para leer mientras comes zanahoria cruda con limón.

1:48 PM  
Blogger L said...

De verdad te pasas de gracioso, menos mal llegó tu señor padre a salvarte, si no a donde hubieras ido a parar como microcomercializador, el Arnie Hussid de los blogs!!

2:53 PM  
Blogger Erre said...

uyy, Arnie Hussid... Tengo una historia tremendamente buena en la que él está involucrado. Será para el próximo post. Gracias por la idea, creativa L.

2:57 PM  

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