Monday, May 14, 2007

Sobre el Teléfono

Hace un par de meses venía hablando con ella por teléfono. Sí, Ella, sé que cada uno de ustedes está pensando en la persona correcta. Ella. Qué sé yo… empezamos a escribirnos y luego caí en llamarla y empecé a hacerlo digamos un par de veces por semana. Luego ella empezó a llamarme de vuelta, sobre todo a la hora del trabajo cuando su austrolapitecus no la estaba vigilando. ¿Por qué? Ni me pregunten. ¿Creen que lo sé? Sí, sé que creen que lo sé, y yo también sabía por qué. Era extraño, lo peor fue que empezó mal porque el baboso ése estaba presente el día que la llamé de nuevo después de un huevo de tiempo. Se asó el pobre, dijo que soy un molestoso. Ella pensó eso también. Qué cojudo me siento contándoles esto, mostrarles finalmente las vísceras, lo real. Me pidió que no la vuelva a llamar pero no le hice caso y no parecía molestarle. Empezamos a hablar cosas cada vez más y más nuestras, “¿Qué ropa llevas puesta?” “¿Todavía tienes ese polito amarillo que me gustaba tanto?” “Lo llevo puesto”. Cosas así. Una ligera actualización de nuestras realidades, y una impecable pero horrorosa actualización de mis sentimientos. Empezó a claquear la chata… “nadie me conoce como tú” “no hay nadie como tú”… punto punto punto. ¿Si sentía emoción? En lo más mínimo. La conozco y sé que tiene sus quince minutos de te extraño. Pero basta. La llamé la última vez, el domingo ante-antepasado, de nuevo estaba con su neandertal. Yo esperaba con ansias recibir una llamada del huevón “amenazándome” para en el primer vuelo a Lima reventarlo en pedazos, pero nada. … al otro día la llamé para disculparme, y claro, ya era otra: que había tenido un fin de semana de puta madre y que venía yo a cagárselo, que me ponga en sus zapatos, que ya no llame. Obvio que a la pregunta mía “¿Y le has dicho que tú también me llamas?” Por supuesto que no. Cojudita, aquí el embarrado siempre seré yo.
Esa mañana helada de lunes, esa mañana sin mucho coqueteo de sol y sin mucha esperanza abrigada por un corazón parco, medio cansado y atrapado entre dos paredes de piel… esa mañana escuché y sentí el último aliento; lo sentí muy cercano e intenso, pero a la vez real,,, no fue un samaqueo, fue una simple redundancia de todo este tiempo que ha pasado. Una frase muy clara, espantosamente clara, con posibilidades de producir terremotos en mi cerebro si ella la hubiera dicho en julio del año pasado; pero ahora la recibí con una sencillez y un par de orejas muy abiertas con toda una sensación de extraña sensatez de que era eso lo que exactamente necesitaba escuchar. Me dijo, simplemente “Hablando contigo estoy cagando mi relación. Y la verdad es que prefiero mi relación”. Auch. Catapunchis. Ñarf.
Suena doloroso. Digamos que sí lo fue. Es decir, si en ese momento ella tenía que escoger quien se muere primero, me hubiera escogido a mí. Sé que suena exagerado, pero lo veo así. Y no es que me esté ahogando. Como traté de explicarles hace un rato, me encuentro sorpresiva y sospechosamente lúcido al respecto.

1 Comments:

Blogger YvO said...

me da gusto que lo tomes de esa forma, al parecer esa cojuda lo unico que quiere es inflar su ego contigo... si ya tiene un flaco para que diablos sigue esperanzandote con las llamaditas... sigue caminando y no vuelvas hacia atras... pronto encontraras algo mejor..

1:57 PM  

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